Isabel Turrent / Irán: promesas sospechosas

AutorIsabel Turrent

Hace tres días, el presidente iraní Mohammad Jatami declaró que la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) había limpiado a Irán de cualquier sospecha sobre su programa nuclear. Frente a una miríada de reporteros afirmó: "No hay nada que sugiera que la república islámica de Irán busque producir armas nucleares". Jatami se refería al primer reporte de la AIEA, después de que a última hora -el 21 de octubre- Teherán había aceptado, bajo la amenaza de ser condenado en el Consejo de Seguridad o enfrentar sanciones de los países industrializados, el protocolo suplementario del Tratado de no Proliferación de armas nucleares (TNP). El documento permite a la AIEA llevar a cabo inspecciones sorpresivas en cualquiera de los sitios relacionados con la industria nuclear iraní. Teherán aceptó igualmente suspender temporalmente la producción de uranio enriquecido. Los ministros de relaciones exteriores de Francia, Alemania e Inglaterra, que habían negociado el acuerdo, expresaron su satisfacción al igual que muchos medios de comunicación que reseñaron el trato sin mayor análisis y un buen porcentaje de la opinión pública europea. Los negociadores buscaban contener el poderío nuclear de Irán y confinarlo a usos pacíficos. Ello evitaría la posibilidad que los Estados Unidos o Israel -el país más amenazado por el avance del armamento atómico iraní- pudiesen pasar en un futuro cercano de las sanciones a un ataque preventivo.

El problema de esa contención es que es temporal y aparente. Temporal, por las características mismas del TNP y aparente, por la naturaleza del régimen islámico que gobierna Irán y sus acciones. El cumplimiento del TNP depende de la voluntad de los firmantes: Irán puede retirarse unilateralmente y proseguir con la elaboración de armas nucleares. Por lo demás, Teherán puede producir todo el uranio enriquecido que desee mientras mantenga a la AIEA informada de sus actividades. El acuerdo con Irán reproduce el malhadado pacto firmado en 1994 entre el gobierno de Clinton y Norcorea. El gobierno norcoreano aceptó congelar su producción de plutonio, pero conservó su potencial nuclear intacto y por ello, es bien posible que haya obtenido armas atómicas hace unos meses.

Irán tiene muchas razones para desear convertirse en una potencia nuclear: dos países cercanos a sus fronteras -Pakistán e Israel- tienen armamento de ese tipo; el liderazgo iraní maneja aún la ideología agresiva legado del Ayatollah Jomeini y desea ser un actor cada día...

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