Isabel Turrent / Los motivos de Putin

AutorIsabel Turrent

Como sacados de una buena novela de John le Carré. Así se ven los tejemanejes, las pláticas secretas y las declaraciones en relación con Siria, que han escenificado Washington y Moscú en las últimas semanas. La chispa que desató la trama fue el ataque con gas sarín que ordenó el presidente sirio, Bashar al-Assad, el 21 de agosto, contra un supuesto bastión rebelde en los alrededores de Damasco y que dejó mil 400 muertos. El uso de armas químicas traspasó la "línea roja" que Obama había trazado para mantener a Estados Unidos fuera de la guerra siria. El Presidente anunció que lanzaría un ataque sobre instalaciones militares sirias para castigar a al-Assad y evitar, al menos, el uso de armas químicas en la cruenta guerra civil que ha asolado al país.

La reacción primera de Vladimir Putin, el presidente ruso, fue predecible y congruente con su política de años en relación a Siria. Despachó la acusación de que al-Assad había usado armas químicas como una "soberana tontería" y le regaló al mundo su propia versión de los hechos: los responsables del ataque eran los rebeldes que buscaban involucrar a Washington a su favor. Revivió la trágica historia de la Guerra Fría como comedia y envió barcos rusos al Mediterráneo para confrontar a los estadounidenses portadores de los misiles que castigarían a al-Assad. Por último, como lo ha hecho desde el principio de la guerra en Siria, exigió que el asunto se ventilara en el consejo de seguridad de la ONU, donde ha vetado -y puede vetar- cualquier iniciativa que afecte a Bashar al-Assad.

Obama se había metido en su propio berenjenal: había decidió someter la aprobación de un ataque impopular a un Congreso hostil, que seguramente votaría en contra. Para colmo, el Parlamento inglés se negó a aprobar la participación británica en el ataque, dejando a Obama con un solo aliado dispuesto a acompañarlo -Francia-, y sin posibilidad de un diálogo directo con Moscú. La retórica nacionalista de Putin y el asilo que había dado al ciberespía Edward Snowden habían congelado semanas antes las relaciones entre los dos países. Barack Obama llegó debilitado a la reunión del G20 en San Petersburgo. No logró convencer a ninguno de los asistentes para que se unieran a la iniciativa estadounidense y la comunicación con Putin se redujo a una plática informal al margen de la reunión cuyo contenido no se hizo público.

El primer indicio de que había habido un atisbo de acuerdo salió a la luz días después. El secretario de Estado...

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