Isabel Turrent / Sociedades suicidas

AutorIsabel Turrent

Un buen libro puede ser, a veces, un excelente catalizador para concretar y dar sentido a experiencias aparentemente diversas y desligadas entre sí. Eso fue precisamente lo que me sucedió en estas vacaciones. Como millones de mexicanos que abandonamos el Distrito Federal por unos días, intenté dejar atrás por una semana el recuerdo de los choques políticos, las discusiones estériles y el jaloneo partidista en que se ha convertido la vida política del país. Traté asimismo de pasar de largo por el corazón destrozado de Insurgentes que ha sustituido al camellón arbolado que lucía hasta hace unos meses, el tráfico, el estado lamentable de la nueva carretera a Acapulco -que debe ser una de las más caras y descuidadas del mundo- y las botellas, latas, pañales, y todo tipo de materiales que la naturaleza no podrá absorber jamás, que tantos mexicanos dejan a su paso en caminos, playas, parques y plazas. Probablemente, todo eso no hubiera pasado de las quejas pasajeras con que sufrimos esos problemas, conductas y medidas políticas, que en otros países no sólo serían inaceptables, sino penadas por la ley, si no hubiera empacado y leído el libro de Jared Diamond, cuyo título traducido al español es Colapso. Cómo las sociedades escogen fracasar o triunfar. Diamond, un profesor de geografía de la Universidad de California, recoge y analiza diversos casos de sociedades suicidas. El más cercano a nosotros es la caída y destrucción de la civilización maya. Pero de cada historia se desprenden lecciones aplicables a toda la humanidad -que comparte una miríada de problemas gravísimos como el crecimiento desmesurado de la población o el calentamiento del planeta- y, también, a cada país. El libro tiene especial importancia para naciones en vías de desarrollo, como México, que han hecho un uso irracional de todos y cada uno de sus recursos, desde los bosques hasta el petróleo.

Trazar paralelismos entre esas sociedades desaparecidas y el México de hoy, no puede desembocar en una profecía catastrofista y definitiva: no somos un territorio aislado, somos muchos más, infinitamente más ricos y con más recursos que los mayas o los isleños que habitaban Pascua. El riesgo que corremos no es la extinción, el peligro es el deterioro y, como escribió alguna vez Vargas Llosa en relación a Perú, "el deterioro no tiene límite". No hay un solo pecado capital que hayan cometido esas sociedades fracasadas que no ocupe un lugar en el catálogo de los errores que se han hecho en...

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