Jaime Sánchez Susarrey / Legalización

AutorJaime Sánchez Susarrey
  1. Datos relevantes.

    Según John Walters, titular de la Oficina de la Casa Blanca para el Combate a las Drogas, los cárteles mexicanos obtuvieron en 2007 ingresos de 13 mil 800 millones de dólares en Estados Unidos. El 58 por ciento (8 mil millones) provino del tráfico de marihuana.

    México es el principal productor de cannabis (marihuana) en todo el mundo. En el 2006 se estima que alcanzó la cifra de 7 mil 400 toneladas (World Drugs Report 2008. United Nations Office on Drugs and Crime).

    Ese mismo año el 3.9 por ciento de la población mundial de entre 15 y 64 años (166 millones de personas) consumió marihuana.

    En 1995 la Organización Mundial de la Salud publicó un documento en el que establece: "Considerando los factores de uso, el cannabis representa un problema para la salud pública mucho menor que el alcohol y el tabaco en sociedades occidentales".

    Todos estos datos provienen de la iniciativa que presentó el diputado Círigo Vásquez ante la Asamblea de Representantes del Distrito Federal.

  2. Una victoria imposible.

    La lucha contra los cárteles de la droga no ha producido los resultados esperados ni deseados. El poder de fuego, económico y de corrupción del crimen organizado se ha multiplicado. Los niveles de violencia y brutalidad constituyen ya un desafío para el Estado en su conjunto, incluyendo a las Fuerzas Armadas. No sólo eso. Los atentados en Morelia marcan el inicio del narcoterrorismo, tal como sucedió en Colombia hace años. Amén de que las ejecuciones y decapitaciones se han vuelto el pan de cada día en toda la República.

  3. Golpe estratégico.

    Si la proporción de todos los ingresos de los cárteles de la droga mexicanos es de 58 por ciento por el tráfico de marihuana y 42 por ciento por el resto, tal como lo establece John Walters, el zar de las drogas en Estados Unidos, la legalización del consumo y producción del cannabis asestaría un golpe fundamental al crimen organizado. Un golpe donde más le duele: los ingresos. Pero no sólo eso. Al ser una droga producida por campesinos en distintos territorios de la República, rompería la vinculación de pueblos y comunidades con los cárteles de la droga. La toma y el control de municipios por los capos dejarían de ser funcionales. Se limitaría, en consecuencia, la enorme presión que ejerce el crimen organizado sobre los presidentes municipales y las fuerzas policiales locales.

  4. Lógico, pero impracticable.

    Durante mucho tiempo se ha dicho que la legalización de la marihuana es una solución...

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