JAQUE MATE / Olla de grillos

AutorSergio Sarmiento

"La constitución no es un instrumento para que el gobierno limite al pueblo, es un instrumento para que el pueblo limite al gobierno".

Patrick Henry

La reforma política de la ahora llamada Ciudad de México es de momento un cascarón vacío. El contenido debe empezar a construirse todavía y el primer paso es redactar una constitución.

Lo ideal sería una que estableciera reglas fundamentales y garantías individuales. Lo peor, una que reflejara el proyecto político de un grupo o personaje y que sólo sirviera de estandarte a una candidatura presidencial.

Estamos empezando mal. Si bien aún no conocemos a la mayoría de quienes formarán parte de la asamblea constituyente, el jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera ha adelantado los nombres de tres jóvenes promesas: Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Manuel Granados. Nadie los podrá acusar de tener una visión moderna o imparcial. Muñoz Ledo representa esa vieja izquierda que surgió del PRI y se rebeló cuando el sistema empezó a abrirse y a impulsar reformas liberales. Ifigenia Martínez fue la directora que le dio a la Facultad de Economía de la UNAM esa visión marxista que tanto la ha rezagado. Manuel Granados ha sido operador político de Mancera.

Una buena constitución debe ser sencilla y permanente. Debe fijar principios universales que no respondan a ideologías o políticas circunstanciales. Debe obviar los cambios constantes ya que los derechos fundamentales no tienen por qué modificarse con cada gobierno. No debe ser una lista de buenos deseos sino de garantías individuales. Debe crear, en cambio, las condiciones para que los buenos deseos se conviertan en realidad a través de la construcción de una sociedad más próspera.

La constitución de Estados Unidos es ejemplo de una buena carta magna. Tiene sólo siete artículos y desde que entró en vigor, en 1798, ha acumulado sólo 27 enmiendas. Las 10 primeras son la carta de los derechos fundamentales de los estadounidenses. Las leyes secundarias se han encargado de ampliar la estructura jurídica para cubrir todos los aspectos de la vida cotidiana.

La mexicana es, en contraste, ejemplo de una mala constitución. Tiene 136 artículos y ha sufrido cientos de enmiendas. Llega al detalle de decir cuántos minutos de propaganda política se deben emitir cada hora en las emisoras de radio y televisión. Algunos de sus nuevos artículos son más largos que la constitución completa de los Estados Unidos. Crea una larga lista de derechos...

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