John Carlin / Sudáfrica: Los tristes y peligrosos fanáticos

AutorJohn Carlin

El convoy partió al amanecer, con una misión encomendada por Dios. Quince vehículos cargados de armas y bombas, y nacionalistas de extrema derecha, que se encaminaban hacia el sur, desde sus granjas en el norte deshabitado, para infligir justos castigos en Johannesburgo y Pretoria, antiguas ciudadelas blancas mancilladas por Nelson Mandela y su diabólico proyecto de convertir Sudáfrica en una democracia multirracial. Sodoma y Gomorra, llaman ahora los extremistas a las dos grandes ciudades sudafricanas. Y, como los símbolos del vicio y la corrupción en el Antiguo Testamento, iban a hacerles sufrir por sus pecados.

La Biblia no era el único modelo. Un visionario afrikaner, un héroe nacionalista conocido como Nicolaas "el profeta" Van Rensburg, había anunciado hace 100 años que los negros se apoderarían un día de su tierra, pero instaba a su gente a que, cuando llegara ese día, no abandonara la esperanza. Pronto todo volvería a estar como antes. Habría "una noche de terror", "una noche de los cuchillos largos", un gran dirigente negro moriría asesinado, blancos y negros irían a la guerra y los blancos saldrían triunfantes y expulsarían definitivamente a los negros de sus tierras ancestrales, hacia Africa central, el lugar que verdaderamente les correspondía. Van Rensburg, un Nostradamus afrikaner que, según sus seguidores, hablaba directamente con Dios, preveía "una lluvia de sangre que caería sobre el norte", en referencia a la mitad norte de Sudáfrica, la parte que los boers reclaman como propiedad exclusiva desde la Gran Marcha, el histórico reparto de tierras de la década de 1830.

Los boers que se dirigían hacia el sur en el convoy de la muerte se consideraban instrumentos de la profecía de Van Rensburg. Se llamaban los Boeremag, la "fuerza boer", y Dios les había proporcionado casi 900 kilos de explosivos. Eran los escogidos y este era el plan divino que se les había revelado: iban a colocar bombas en los Union Buildings, la antigua sede del poder blanco, desde la que hoy gobierna el Presidente Thabo Mbeki; en el alto edificio de oficinas que alberga el cuartel general del partido en el poder, el Congreso Nacional Africano (en inglés, ANC), en Johannesburgo; en bases militares, aeropuertos, emisoras de radio y terminales de autobuses llenas de negros en la hora punta. En total, unos 20 objetivos densamente poblados. Iban a asesinar a Mandela, que volvería a todos los negros contra los blancos y garantizaría el baño de sangre anunciado. En medio del caos y la confusión, los Boeremag se harían con el poder, restaurarían la antigua República Boer y movilizarían la maquinaria del Estado para expulsar a toda la población negra, hasta triunfar, por fin, en donde los sucesivos Gobiernos del Apartheid habían fracasado durante 40 años.

Lo malo, cuando el convoy se dirigía hacia el sur por la autopista de peaje N-1, en la madrugada del 13 de septiembre del año pasado, era que todavía no habían convencido a la maquinaria del Estado para que se les uniera. Ni a Dios, por lo visto. Avisada por espías dentro del grupo, la Policía había preparado una trampa. Un gran despliegue policial -agentes negros y blancos, codo con codo- les esperaba en el camino a Pretoria. No se sabe cómo, en el convoy se enteraron, y se apresuraron a dispersarse, volver a sus granjas y esconder sus armas donde pudieron. La moral se derrumbó y se produjeron detenciones. Unos cuantos fanáticos, dirigidos por un tal doctor Johan Pretorius y sus tres hijos, decidieron llevar adelante la lucha. Habían ido a la cima de una montaña a prometer a Dios que iban a cumplir su voluntad y que no darían marcha atrás. La Policía ha atribuido una serie de atentados con bombas en Soweto, uno en una mezquita y otro que culminó con la muerte de una mujer negra que pasaba por allí, a la familia Pretorius y sus cómplices, y los ha detenido a todos.

El número total de conspiradores que se encuentran ahora en la cárcel es 22. Todos están acusados de alta traición, terrorismo y sabotaje. Las mismas acusaciones que se le hicieron a Mandela en 1964. Y el juicio se celebra en el mismo tribunal de Pretoria, en Church Sqaure, en el que Mandela, su mejor amigo, Walter Sisulu, y otros cinco hombres fueron condenados a cadena perpetua. Delante del juzgado...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR