Jorge Ramos Ávalos / Por qué no regresamos

AutorJorge Ramos Ávalos

NUEVA YORK.- El frío pela la piel. Todo pensamiento cesa para hacerle caso a la única orden de sobrevivencia que nos manda el cerebro: cúbrete, busca un lugar caliente.

Las calles de Nueva York son un infierno en invierno. Y, sin embargo, están llenas de esos inmigrantes que vinieron de lugares más cálidos, de ésos que quedan mucho más cerca de la mitad del mundo que del polo norte.

Ahí está el chofer de República Dominicana, el albañil de México, el mensajero de Ecuador, la peruana que cuida del estacionamiento, la colombiana que vende hot dogs o sombrillas sobre la banqueta. Todos medio escondidos en sus ropas y en sus líos migratorios. Todos extrañando al papá, a la novia, a la casa, a la playita, al monte, a la esquina que dejaron atrás. Todos muriéndose de frío.

Entonces, ¿qué hacen aquí?, ¿por qué no se regresan a sus países de origen?

Primero lo obvio. El billete. Aquí hay trabajo y allá no. Lo que ganan aquí en una hora, lo ganan allá en un día. Y el que mantiene una familia aquí, también mantiene una o dos familias más allá. Por eso -sólo por eso- vale la pena la cruzada, la soledad, el frío.

En Estados Unidos hay una relación muy estrecha entre esfuerzo y resultados. Al que trabaja mucho, generalmente le va bien. Y no es que tenga una visión muy optimista de la sociedad norteamericana. Es una realidad. Yo he visto a campesinos latinoamericanos comprarse casa propia, y a tortilleros y recogedores de basura convertidos en millonarios.

En Estados Unidos, a pesar de sus guerras y fantasmas, te puedes reinventar.

Aquí conozco a mucha más gente con éxito que gente que fracasa. Es el éxito en su más simple definición: un lugar seguro donde vivir, un trabajo decente, escuela para los niños y cuidado médico. Los que llegan a Nueva York lo han hecho su hogar, con sus olores y sabores: Puebla York, Santo York, Quito York, Tocho York.

En cambio, conozco a gente que trabaja mucho más de ocho horas diarias en San Salvador, Guatemala, Oaxaca y Medellín y que morirán irremediablemente pobres. Allá está fracturada la relación entre esfuerzo y resultados. Sólo imagínense cómo ve el futuro un joven chiapaneco o jarocho que acaba de salir de la preparatoria o la universidad y se da cuenta de que el gobierno mexicano no puede crear 1 millón 300 mil trabajos anuales para emplearlo a él y a sus cuates.

América Latina es la región más desigual del mundo. Por eso Latinoamérica camina por dos caminos: creando a los ricos más ricos y multiplicando a...

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