Jorge Volpi / Peña, espuma

AutorJorge Volpi

Los miembros del Estado Mayor se retiran discretamente, comprobando el rumor que circula de mesa en mesa: el presidente Felipe Calderón no llegará al banquete de Los 300 -la reunión anual convocada por la revista Líderes Mexicanos-, con lo cual el gobernador del Estado de México se convertirá en el único orador de la tarde. Enrique Peña Nieto no quiere desaprovechar la oportunidad y, en vez de leer el breve discurso que tiene preparado, improvisa uno que se prolongará durante cerca de una hora.

La expectativa es enorme: el aspirante del PRI a la Presidencia podrá detallar sus propuestas frente a un auditorio inmejorable. Conforme los meseros traen y llevan los platillos, los rostros de los invitados pasan de la curiosidad al aburrimiento y de la decepción a la ira. A lo largo de esos inagotables minutos, Peña no hace sino exhibir la vetusta retórica priista, ese newspeak perfeccionado a lo largo de 72 años que consiste en enhebrar vaguedades, eufemismos y anacolutos.

Frente a algunas de las figuras más relevantes de México, Peña no articula una sola idea original, un solo planteamiento brillante, un solo destello de lucidez que escape al lugar común. Al final de la comida, las mismas preguntas flotan entre los comensales. ¿Éste es el joven líder que se presenta como el renovador del PRI? ¿Éste es el político que encabeza las encuestas?

Por supuesto, cualquiera puede tener un mal día. Parecería justo concederle el beneficio de la duda y contrastar ese discurso con sus intervenciones posteriores. La tónica se mantiene: una retahíla de oraciones subordinadas carentes de sustancia. Sin duda, Peña recibió lecciones de oratoria -esa disciplina que floreció en el priismo a través de concursos municipales y estatales-, y es capaz de memorizar largas parrafadas, conservando un tono arrebatado y vehemente, pero las ideas originales brillan por su ausencia.

Si no en sus apariciones públicas, quizás éstas podrían encontrarse entonces en su libro México, la gran esperanza. Un Estado Eficaz para una democracia de resultados, justo el que presentó en la FIL cuando no pudo mencionar los tres libros más importantes de su vida. Aquí la retórica priista ha sido maquillada con un lenguaje pretendidamente moderno, barnizado por algún experto en políticas públicas. Pero, si uno lo revisa con cuidado, la espuma es aún más escandalosa: un regreso al anquilosado presidencialismo priista, enmascarado bajo un alud de encuestas y tecnicismos.

Según Peña, México posee...

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