José Antonio Marina: La virtud de los vicios

AutorCarlos Rubio

MADRID.- En el fondo de los vicios y las virtudes está la pasión, que se manifiesta cuando todo el mundo afectivo de una persona se concentra en una cosa, explica el escritor, filósofo y pedagogo español José Antonio Marina.

Para Marina, la cultura occidental ha insistido demasiado en el aspecto malvado de las pasiones, pero él quiso demostrar que éstas también albergan una posibilidad buena, lo que los griegos llamaban deinón.

Con esa premisa, se ocupó de las fuentes del mal, los vicios, para sumergirse en un trabajo de espeleología íntima con el fin de reelaborar el canon de la perversidad, el cual propone en su más reciente libro, Pequeño tratado de los grandes vicios (Anagrama).

Para esta obra, Marina analizó, en una tradición con 15 siglos de vida en Europa, la relación de los grandes vicios: soberbia, ira, envidia, avaricia, lujuria, gula y pereza.

"Somos seres muy conflictivos y lo que hacemos constantemente es ver si podemos organizar de alguna manera los impulsos y las posibilidades contradictorias que tenemos, lo que para mí es la gran aventura de la humanidad, algo que marca la hoja de ruta que no tenemos y que vamos elaborando a lo largo de nuestra vida", sostiene.

Este ensayo, precisa el autor en entrevista, forma parte de un gran proyecto, único en su género, en el que lleva escrita ya una quincena de libros, entre ellos Teoría de la inteligencia creadora, Ética para náufragos, El laberinto sentimental, Diccionario de los sentimientos, El rompecabezas de la sexualidad, La inteligencia fracasada, Anatomía del miedo o La pasión del poder, en los que aborda el tema de la inteligencia humana y por qué ésta hace las cosas que ha hecho, desde el lenguaje a la religión, pasando por la política y los sentimientos, que, en parte, son creaciones culturales.

"En este nuevo estudio me interesaba saber cómo los sentimientos ensalzan con el mundo de los valores éticos en el concepto de los vicios y las virtudes, que son estructuras psicológicas dirigidas, orientadas y evaluadas por normas morales que explican gran parte de nuestro comportamiento", expresa.

En la época de la Ilustración, explica Marina, Kant todavía creía que no podía haber contradicciones morales porque la norma moral venía directamente de Dios, de la naturaleza o de la razón, pero eso no es verdad.

"En la vida moral se pueden dar contradicciones, muchas veces insolubles, algo que vieron muy bien los griegos; por ejemplo, cuando Antígona tiene que enfrentarse al hecho de...

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