José Woldenberg / Acoso sobre las elecciones

AutorJosé Woldenberg

"Los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación...ayer cumplieron su amenaza y arrancaron su plan de acción en 23 ciudades de los estados de Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Chiapas y Veracruz para boicotear las elecciones del próximo domingo...En Oaxaca se suspendieron clases y saquearon e incendiaron la sede del Instituto Estatal Electoral, vandalizaron las 11 juntas distritales del INE, quemaron boletas electorales, bloquearon carreteras y tomaron gasolineras y comercios...". Así empezaba la nota de Reforma del 2 de junio. Un día después leíamos: que "maestros embozados y armados con palos toman el control de sedes electorales" y que habían incluso desalojado a los militares que custodiaban cuatro juntas distritales del INE en Oaxaca.

Una vuelta más a la espiral de violencia desatada por la CNTE que ahora se dirige contra la celebración de las elecciones programadas para el 7 de junio. Se trata de un movimiento, en su origen laboral, que avanza poniendo en jaque, una y otra vez, a las autoridades, retándolas a aplicar la ley o a contemporizar con actos claramente delincuenciales. Su número y organización multiplican su fuerza, aunque sus métodos no sólo les resten simpatía sino que implican destrucción, agresión y por ello presagian lo peor.

No estamos ante una ocurrencia, ni ante un desbordamiento de las pasiones espontáneo, no se trata de un chantaje más y menos de un episodio anodino, sino de un atentado contra el corazón de una rutina civilizatoria que permite elegir a gobernantes y cuerpos legislativos. Esa irrupción de la violencia tiene dos nutrientes fundamentales: a) el de un gremialismo extremo que asume que los intereses de un grupo pueden y deben defenderse por todos los medios -lícitos e ilícitos- y b) las apuestas revolucionarias que creen que las condiciones están dadas no sólo para derrotar a la autoridad en el campo de la educación, sino para dislocar la fórmula establecida para la renovación de los poderes públicos. Ambas pulsiones están imbricadas y generan lo que hemos presenciado en los últimos días.

Se trata de una minoría que intenta imponer sus condiciones a la mayoría, pero que tiene la capacidad suficiente como para desquiciar -¿en una mínima parte?- lo que debe ser un proceso pacífico y ampliamente participativo.

Cierto, la irritación social tiene nutrientes, no aparece de la nada. La falta de...

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