Juan Ciudadano / ¿Qué tal durmió?

AutorJuan Ciudadano

Un total de 646 veces ha repetido Germán Dehesa en su columna la pregunta "¿qué tal durmió?", dirigida a los servidores públicos federales, estatales o municipales con responsabilidad directa o indirecta en los feminicidios acumulados en Ciudad Juárez, Chihuahua.

Otra forma de plantear la pregunta es: ¿Cómo se gana uno el derecho a dormir tranquilo frente a un fenómeno como el de las muertas de Juárez?

Habría que empezar por reconocer que ni con puro funcionario honesto y eficaz se puede asegurar que la serie de alrededor de 340 asesinatos (cada quien tiene su número) será cortada de golpe y para siempre.

Tampoco, por más voluntad política que haya de por medio, se podrán resolver todos los asesinatos con investigaciones viciadas de origen.

Pero el conocer los límites de lo posible no le gana a nadie el derecho a estar en paz.

¿Se pueden hacer abonos al derecho a dormir bien?

Patricia González Rodríguez trabajó por más de 20 años en el Poder Judicial del Estado de Chihuahua, específicamente en juzgados de lo penal. Ahora le toca ser Procuradora y desde ahí combatir la impunidad.

"Si hubieran existido los juicios orales y el proceso penal hubiese sido transparente y se hubiera propiciado la publicidad", afirma desde su experiencia en la impartición de justicia, "se hubiera frenado la impunidad de estos feminicidios que se han venido presentando desde 1993 a la fecha.

"Me gustaría que los primeros que enfrentaran estos juicios orales fueran los responsables de feminicidios, para que se revele realmente lo que está sucediendo", dijo González Rodríguez en entrevista reciente.

La Procuradora y el Congreso de Chihuahua ya trabajan en una reforma para transitar hacia la justicia oral y pública.

Es cierto, la oralidad no es varita mágica, pero sí es un cambio importante en un ambiente que hoy invita al crimen.

Es, además, un brinco significativo en el nivel de exigencia de rendición de cuentas para jueces y ministerios públicos.

En todo el mundo se habla de las bondades de que se haga justicia frente a la sociedad. En México no hemos logrado algo todavía más elemental: que la justicia se haga frente a un juez.

Hoy, en el sistema escrito y a puertas cerradas bajo el cual funciona casi todo nuestro sistema de justicia, la inmensa mayoría de los juicios los resuelven los secretarios de juzgado sin que los jueces se enteren siquiera del caso.

En el sistema oral, el juez está obligado a dirigir el juicio, a ver a las partes, a escuchar sus testimonios...

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