Juan E. Pardinas / ¿Candidato o secretario?

AutorJuan E. Pardinas

Ernesto Cordero ha sido un buen secretario de Hacienda. Durante su gestión al frente de las finanzas nacionales, el gobierno federal tuvo las agallas de reducir el obsceno subsidio a las gasolinas, por medio de incrementos graduales al precio de los combustibles. Un funcionario de Hacienda me decía: "Es muy cansado que nos mienten la madre a coro, cada vez que aumenta el precio de la Magna en 8 centavos". Hay insultos que son medallas. El modesto incremento del precio de los hidrocarburos disminuye el desperdicio monumental de recursos públicos abocados a maquillar el valor de los energéticos. Si algo se le puede criticar a Hacienda es la excesiva cautela para alinear el precio de las gasolinas con sus costos reales de producción.

En el tema de la transparencia de los recursos federales, nuestro país ha dado pasos importantes en la ruta correcta. El secretario Cordero ha sido un promotor de mejorar la calidad del gasto público, para que el dinero de los impuestos tenga un impacto más positivo en la vida de los mexicanos. Todavía nos falta un trecho muy largo para tener un presupuesto público basado en resultados, sin embargo en los últimos años se ha partido piedra para avanzar esta iniciativa. Con el activo liderazgo de Cordero en Hacienda y

Sedesol se ha forjado el capital humano y la infraestructura institucional para evaluar los resultados de los programas de gobierno. Por desgracia, estos estudios no son un insumo muy requerido a la hora que los diputados asignan los montos y destinos del presupuesto.

Ser secretario de Hacienda es uno de los más altos privilegios y responsabilidades a los que puede aspirar un mexicano con vocación de servicio público. El manejo de las finanzas nacionales no es una tarea que permita distracciones, ni frivolidades. Los asuntos hacendarios son demasiado importantes para contaminarlos con el ruido de las matracas, las porras y las campañas. En el pasado, la politización electoral de las finanzas públicas ha sido la receta de sendos desastres. A México no le conviene tener un secretario de Hacienda con aspiraciones presidenciales. Sin embargo, el canto de las sirenas...

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