Juan E. Pardinas / Nicolás

AutorJuan E. Pardinas

En un viaje reciente al norte de México, escuché el siguiente chiste: "Ya sabemos quién es el principal asesor del presidente Peña Nieto en materia de impuestos: ¡Nicolás Maduro!". La broma refleja el sentimiento que hay en la frontera frente a la política fiscal del gobierno. Sin embargo, para cumplir el propósito de este texto, te pido, lector, que nos dejemos de chistes para imaginar una pesadilla. El mal sueño consiste en caminar con los zapatos de un ciudadano de la Venezuela, desgobernada por el heredero político de Hugo Chávez.

Hay leyes que se pueden quebrantar o amoldar a las circunstancias. Hay otras normas que no dan margen para la transgresión o la flexibilidad. El señor Nicolás Maduro cree que con pura voluntad autoritaria se puede violar impunemente la ley de la oferta y la demanda.

Como lo narra Mario Vargas Llosa (Reforma, 17/XI/2013), el payasocráta venezolano explicó a sus gobernados que la inflación de 57% anual es resultado de una conspiración orquestada por EU, los empresarios y los comerciantes. La teoría del complot aplicada a la política monetaria. Para solucionar el problema de la espiral inflacionaria sólo le bastó un discurso y una valentonada: el presidente Maduro ordenó rebajas de precios en alimentos y electrodomésticos entre 50 y 70%. Esto no es el programa del Buen Fin en versión bolivariana, sino el mal fin de la economía de mercado en Venezuela. Vendrán tiempos de escasez, penuria y erosión del poder de compra. Tomará varias generaciones para pagar los pecados económicos de la demagogia.

Nunca me lo imaginé, pero veo a Nicolás Maduro y siento una insospechada nostalgia por Hugo Chávez. En los anales del populismo, el difunto comandante parece un estadista si se le compara con el devastador hiperactivismo de su sucesor. La moraleja de don Nicolás es la pedagogía perfecta del pesimismo: por mal que parezcan, las cosas siempre se pueden poner peor.

¿Sería imposible que ocurriera algo semejante en México? ¿Nuestra sabiduría colectiva nos ha vacunado indefinidamente contra el populismo extremo y el analfabetismo económico? En una democracia con 50 millones de pobres...

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