Juan Villoro / Una puerta sin cerradura

AutorJuan Villoro

Hannah Arendt advirtió que nuestra época sería la de los fugitivos. La autora de La vida de la mente tenía razón; las rutas de la necesidad son recorridas por suplicantes que ponen a prueba, casi siempre sin éxito, la noción de hospitalidad.

Edward Said señaló que el desarraigo resulta "extrañamente atractivo como reflexión y terrible como experiencia". La desgracia de los desplazados permite entender al hombre contemporáneo, escindido de toda certeza.

Nacido en Jerusalén, Said emigró con su familia a Estados Unidos y supo lo que significa perder el entorno común. No es casual que dedicara buena parte de sus ensayos al exilio. El desplazamiento abre una herida pero permite ver el mundo con singularidad. Los grandes cronistas de nuestro tiempo están incómodos; saben que las cosas podrían ser de otro modo. Su lucidez contrasta con la rutinaria aceptación del sedentario. A fuerza de viajes indeseados, la mente despierta.

En Minima Moralia, autobiografía que lleva el contundente subtítulo de Reflexiones sobre una vida mutilada, Adorno considera que sentirse ajeno en la propia casa es un acto moral. Quien no se adapta, cuestiona. En cambio, los tiranos no se sienten huéspedes.

Entre otros escritores errantes, Said se ocupó de un intermediario entre las culturas árabe y judía. Rashid Hussein vivió en Tel Aviv como periodista y traductor de poetas hebreos al árabe hasta que la política se le hizo irrespirable y se exilió en Nueva York, donde habitó un territorio progresivamente imaginario, hasta su muerte en 1972. La bebida y el tabaco eran su nueva patria. Una noche se acostó con el cigarro encendido y una chispa encendió las grabaciones que conservaba junto a su cama. Ahí recitaban los poetas de Medio Oriente. El traductor murió asfixiado por el humo o, si se quiere, por las voces que había llevado a cuestas. No ardió por descuido; ardió por la distancia.

La Casa Refugio Citlaltépetl se creó hace 10 años para albergar a escritores perseguidos por sus ideas. La infatigable promotora de la idea fue Carmen Boullosa. Cuauhtémoc Cárdenas jefe de Gobierno del Distrito Federal ofreció en 1998 una sede que el arquitecto Felipe Leal haría habitable. Recuerdo el acto inaugural, a comienzos de 1999, cuando el sitio tenía más escombros que paredes, y al que Salman Rushdie asistió en representación del Parlamento Internacional de Escritores. Cárdenas se refirió con sobriedad al tema del exilio pero a nadie escapó el vínculo entre ese gesto y la política de...

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