Juan Cristóbal Cruz Revueltas / El 68 francés

AutorJuan Cristóbal Cruz Revueltas

El pasado, parafraseando a Ernest Gellner, vive dos veces: una vez en forma de presente y otra en la imagen que se forjan las generaciones siguientes. Esto explica que cuarenta años después, la pregunta sobre cómo interpretar el mayo del 68 francés siga requiriendo respuesta. Hoy que empieza a alejarse en el tiempo y convertirse realmente en historia, la memoria de la célebre revuelta del barrio latino sigue siendo una arena de lucha que no se limita a los historiadores ni a los intelectuales. Todo lo contrario. Ante la animosidad del debate, pareciera que en la interpretación del mayo del 68 estuviera en juego la visión que tienen hoy los franceses de su propia nación. Podría tratarse de una exageración, pero se trata de un exceso en el que ha incurrido recientemente el actual Presidente de Francia.

En efecto, al cierre de la última campaña para la Presidencia, Nicolas Sarkozy puso el tema en el centro de la agenda política y exigió estrepitosamente la necesidad de poner fin a la herencia del 68: "en estas elecciones se trata de saber si la herencia de mayo del 68 debe ser perpetuada o liquidada de una vez y para siempre. Quiero dar la vuelta a la página de mayo del 68".

¿Qué razones pueden justificar tal encono respecto a un pasado ya no tan reciente, ya un tanto fantasmal? Más allá de un interés electoral coyuntural, el argumento defendido estriba en identificar en el 68 el origen de muchos de los males de nuestra época. A primera vista, uno podría creer que se trata de denunciar el delirante eslogan contra las elecciones que entonces popularizara Jean-Paul Sartre (Elections, piège ˆ cons) y la ceguera de quienes en nombre de Mao o de Fidel Castro despreciaban y pretendía librarse de la democracia representativa; o quizás el deseo de conjurar el peligro que representó la huelga obrera del 68, es decir "la mayor huelga de la historia del movimiento obrero francés", según el historiador Kristin Roos.

No es así. En realidad Sarkozy ve en la herencia de 68 ni más ni menos que la causa de los males que aquejan al capitalismo de nuestros días. Con un lenguaje que recuerda los lamentos de Platón ante los sofistas, el movimiento estudiantil habría así puesto fin a "la diferencia entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre lo bello y lo feo". El movimiento de mayo habría abierto entonces la brecha al "culto del reino del dinero, del beneficio a corto plazo, de la especulación". En fin, en el mayo del 68 se encontraría algo así...

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