Mario Ruiz Sotelo / La fuerza política del EZLN

AutorMario Ruiz Sotelo

El EZLN no ha perdido su presencia. Sus intermitentes y prolongados silencios ejercidos durante los 11 años y medio de su vida pública han demostrado ser, más que una huida o una ausencia, un elemento estratégico. La autoridad moral y política ganada en ese tiempo le ha merecido que, al hablar, recojan adherencias o rechazos, pero no indiferencia. Ahora, justo cuando las disputas políticas en el país suben de color y se perfilan definiciones, el líder zapatista hace oír su voz y manifiesta la decisión zapatista de hacerse presente. En un mensaje ríspido y directo publicado el 20 de junio pasa lista de rechazos a los partidos y principales líderes políticos del país; unos días después manifestó que el EZLN estaba en “Alerta roja”, provocando de inmediato zozobra en la opinión pública y obligando a voltear la mirada hacia ese (hasta entonces) olvidado problema del país. Al final de mes hace pública la Sexta Declaración de la Selva Lacandona donde se proclama la redefinición del zapatismo justo para el año políticamente más difícil del país. Es pertinente preguntarnos ¿qué pretende el EZLN con esta nueva incursión en el mapa político?, ¿hacia dónde se dirige después de su nueva declaración?

El EZLN, ¿movimiento militar o político?

En su Primera Declaración de la Selva Lacandona del 1o. de enero del 94, el EZLN declaró la guerra al Ejército Federal Mexicano, proclamándose fuerza beligerante y amenazando con enfrentarlo por todo el país. El sistema político del país era calificado de dictatorial, el presidente Salinas de ilegítimo y el partido en el poder de ejercer un monopolio. Entre las demandas de entonces se combinaban las materiales (trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación) con las políticas (independencia, libertad, democracia, justicia y paz). Era una proclama sencilla, elaborada con un lenguaje directo y sobre la que no era difícil tener muchas coincidencias, si no en los métodos, como lo reconoció en su momento el subcomandante Marcos, sí en las razones detrás de dicha declaración. Se trató de una apuesta sumamente osada, casi fuera del sentido común, advirtiéndose en un primer momento un fracaso inminente. Pero no lo fue. El éxito alcanzado, sin embargo, ocurrió por una vía diferente a la planeada. En efecto, el pronóstico original del zapatismo debió ser la solidaridad armada a su movimiento que se convertiría en un ejemplo detonador de guerrillas por todo el país. Por el contrario, el recurso de las armas fue rechazado en la sociedad civil mexicana, aunque paralelamente y de manera espontánea grandes sectores de la población nacional e internacional reconocieron la legitimidad de las demandas zapatistas, solicitando su concreción por otros medios, forzando al cese de las hostilidades apenas a los 12 días de iniciadas. ¿Cómo explicarnos esta inédita reacción de la sociedad mexicana? Podemos hallar dos razones prevalentes. La primera, que el carácter del Estado mexicano, con todo y la estructura autoritaria del régimen de ese momento, contaba con la legitimidad suficiente como para que los grupos disidentes a la línea oficial pidieran y encontraran respuesta en la idea de resolver el conflicto por la vía de las instituciones. Y segundo, que la sociedad civil mexicana, que venía de una inercia en su pasividad forjada por las décadas de su educación en el autoritarismo, manifestaba al fin la capacidad suficiente para detener la guerra a la vez que algunos de sus sectores se reservaban el derecho para otorgar su solidaridad pacífica a los zapatistas. De esta forma, el levantamiento hizo expresar la legitimidad del Estado así como la fortaleza de la sociedad civil mexicana y, por lo mismo, la decadencia del añejo régimen autoritario.

Es desde ese momento y por tales razones que el EZLN hizo a un lado casi desde el inicio sus propósitos...

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