'Ya no pueden controlarnos'

AutorJésica Zermeño

Cuando sintió el golpe en la cabeza, Abraham Antonio Alonso Reyes estaba parado sobre Eje Central, a la altura de 5 de mayo, grabando con su celular cómo los policías golpeaban a alguien tirado en el piso. Ni siquiera vio al granadero que corría hacia él a toda velocidad. Eran aproximadamente las 13:40 horas del pasado 1o. de diciembre.

"Como que querían recuperar 5 de mayo o algo así. Nunca creí ver eso. Había una estampida de granaderos enfrente de mí, listos a golpear a quien se atravesara. Cuando yo vi que corrieron los que estaban sobre Eje Central yo también intenté correr, pero ya me habían alcanzado. Por estar grabando nunca me percaté de que atrás de mí había más policías.

"Recibí un golpe con el escudo de acrílico arriba de la nuca. Perdí el equilibrio. Caí al suelo. Ahí salió volando la mochila que cargaba, que sólo tenía las botellas de agua de mis amigos porque yo era el único que traía mochila. Perdí también mis lentes. Ya no me dejaron parar", cuenta el joven de 27 años.

En segundos Abraham ya estaba rodeado de uniformados pateándolo. Para protegerse, lo único que le quedó fue hacerse bolita. Dice que no sintió dolor en ese momento, pero sí miedo y aturdimiento. En el tumulto, uno de los policías de la SSP-DF le robó su celular LG, con el que unos minutos antes estaba recolectando lo que él, estudiante de historia en el sistema abierto de la UNAM, llama "documentos históricos".

Después de la paliza, uno de los policías lo levantó y se lo llevó de los cabellos a una camioneta de la policía capitalina, que después lo trasladaría junto con otros a la Agencia 50 del Ministerio Público, en la colonia Doctores.

Hace seis años Abraham pensaba todavía ordenarse como sacerdote; finalizó sus estudios de filosofía en la Universidad Pontificia de México; hoy es profesor de religión en la primaria del Colegio Simón Bolívar y de historia de la filosofía en el Seminario Mayor San José, en la Diócesis de Nezahualcóyotl. El 1o. de diciembre fue uno de los 96 detenidos por las autoridades capitalinas y uno de los 70 consignados acusado de ataques a la paz pública.

Abraham recuerda que en la Agencia 50 lo trataron como un criminal y siempre recibió un trato tosco, ofensivo. Que estuvo incomunicado hasta su traslado al Reclusorio Norte, el lunes siguiente; que no recibió atención del médico legista, sino apenas una revisión visual. Reconoce que le entregaron dos hojas que contenían sus derechos, pero que no pudo leer porque apenas las tuvo consigo un par de minutos, antes de que lo obligaran a firmarlas, porque la mujer que las repartía "no tenía su tiempo" para esperar a que las leyera.

Revela también que en la Agencia les tomaron fotos...

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