Noche y Día / Emmanuel Carballo

AutorSergio González Rodríguez

La comprensión de una figura como Emmanuel Carballo (1929-2014) y su importancia en la literatura mexicana debe ir más allá de afirmar si acertó o falló en sus juicios. Reducir la tarea de un crítico a la de un simple juez no sólo distorsiona a la propia crítica, sino que impide el registro verdadero de lo que ésta aporta a la transformación cultural.

Con José Luis Martínez, Carballo fue el mayor crítico de la literatura mexicana del siglo 20 hacia el 21. Su trayecto incluye, aparte del ejercicio de la crítica, el ensayo, las memorias, el periodismo y el empeño editorial, por ejemplo, a través del sello Diógenes. Además de impulsar el ímpetu innovador de escritores jóvenes de medio siglo atrás como Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Juan García Ponce, Sergio Pitol, Elena Poniatowska, José Agustín y Parménides García Saldaña, realizó un enlace decisivo para el conocimiento y consolidación de nuestras letras.

En tal sentido, Carballo fue un maestro excepcional en la práctica y el deleite de entender los nuevos productos literarios de cara a la tradición, obra y autores de la literatura en lengua española bajo la influencia del humanismo que representó Alfonso Reyes en su giro hacia el modelo emergente del moderno-vanguardismo cosmopolita.

Al refinar el procedimiento de lectura-escritura, Carballo ofreció más que simples juicios correctos o incorrectos, y en su caso atinó, como puede comprobarse en la relectura, más de los que falló. No sólo difundió y apoyó obras y autores, sino que compartió con el público un modo de leerlos que se caracteriza por su perspicacia y profundidad.

La entereza crítica de Carballo se desplegó en los diversos aspectos de su vida profesional, y lo que apuntó en público era lo mismo que sostenía en privado. Al contario de muchos en el medio literario, que suelen contradecirse o, algo peor, someter sus juicios a los vaivenes del interés, el oportunismo, la sumisión sectaria o el remilgo cursi, Carballo mantuvo una admirable integridad.

La...

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