Nouriel Roubini / Los nuevos fantasmas del capitalismo financiero
Autor | Nouriel Roubini |
Pero apenas ceda la crisis de las hipotecas de alto riesgo, las ansiedades sobre los SWF regresarán, ya que el surgimiento de este vasto y creciente manojo de fondos controlados por el estado puede tener implicancias de mayor alcance y políticamente más sensibles, que la angustia con suerte temporaria causada por la crisis de las hipotecas de alto riesgo.
De hecho, si los SWF siguen creciendo, sus inversiones están destinadas a alterar de manera permanente el peso relativo de los activos controlados por el estado y los privados en las economías avanzadas. Según Morgan Stanley, se espera que los SWF gestionen 12 billones de dólares para 2015, con respecto a los aproximadamente 2.5 billones actuales. Ambas sumas hacen que los montos controlados por los fondos de cobertura y los grupos de capital de riesgo parezcan pequeños. Por lo tanto, algunos de los mayores inversores -tanto pasivos como estratégicos- en los mercados financieros en los próximos años serán instituciones de gobierno. Que entre estas instituciones las más grandes estén en China, Rusia y en algunos estados petroleros inestables, suma otra preocupación a la mezcla.
El crecimiento de los SWF es una consecuencia directa de la acumulación de más de 5 billones de dólares en reservas extranjeras por parte de las economías emergentes en Asia y entre los países exportadores de petróleo y productos básicos. Los excedentes de cuenta corriente de estas economías, junto con las masivas afluencias de capital, llevaron a sus autoridades monetarias a intentar impedir que sus monedas nacionales se apreciaran para mantener la competitividad de sus industrias.
En un principio, estos países invirtieron sus reservas extranjeras en activos líquidos -letras del Tesoro de EU y títulos del gobierno a corto plazo emitidos por otros países con monedas de reserva. Luego se dieron cuenta de que sus tenencias en activos líquidos y de bajo retorno excedían por mucho lo que se necesita para evitar el tipo de corridas especulativas que el este de Asia experimentó en 1997 y Rusia en 1998. Después de todo, ¿por qué tener letras del Tesoro con un retorno magro del 5 por ciento, bonos alemanes con un retorno del 4 o bonos del gobierno japonés con un retorno del 0.5 por ciento, cuando se pueden adquirir firmas extranjeras, invertir en activos reales, mercados bursátiles o bonos corporativos de mayor rendimiento?
La respuesta parecía una obviedad. De manera que los bancos centrales están transfiriendo sus excesos...
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