EL OBSERVADOR GLOBAL / El 11 / 9, Al-Qaeda y el Tea Party

AutorMoisés Naím

¿Dónde están los musulmanes moderados? ¿Dónde están los líderes de esta gran religión que no comparten ni la corrupción teológica, ni los objetivos ni, mucho menos, la pasión homicida y suicida de Al-Qaeda?

Esta es la pregunta que comenzó a debatirse intensamente después de los ataques del 11/9. Hoy, diez años después, hay otra pregunta igualmente válida: ¿Dónde están los líderes moderados del Partido Republicano estadounidense?

Este partido también ha sido capturado por una minoría extremista que, según las encuestas, no representa los ideales, objetivos y métodos que históricamente han definido la causa republicana.

Es obvio que los extremistas del Tea Party no son asesinos y su influencia se debe a los apoyos que han logrado dentro del sistema democrático estadounidense.

Pero la realidad es que este grupo de radicales con poder es -por razones y con métodos muy distintos a los de Al-Qaeda- una fuente de inestabilidad internacional. Hace poco, los líderes del Tea Party estuvieron a punto de producir una catástrofe en la economía mundial y, de poder hacerlo, acabarían con cualquier iniciativa dirigida a atenuar el calentamiento global. Y estos son sólo dos ejemplos, pero hay muchos más.

Es por esto que el ascenso de líderes moderados dentro de las filas del Partido Republicano de Estados Unidos capaces de contrarrestar la influencia del Tea Party es tan importante para la estabilidad mundial como la necesidad de que aparezcan líderes musulmanes que repudien el terrorismo.

Una década atrás, los ataques del 11/9 produjeron tres reacciones en Estados Unidos: la represalia militar, la defensa territorial y la reflexión nacional. La primera condujo a las guerras en Afganistán e Irak y la segunda a un masivo esfuerzo para fortalecer las fronteras y proteger a la ciudadanía contra otros ataques.

Ambas implicaron además la expansión de las actividades de inteligencia destinadas a obtener -como fuese y donde fuese- la información necesaria para encarcelar o eliminar a los terroristas. La tercera reacción fue la de tratar de entender las causas del terrorismo islámico y pensar en cómo evitar la proliferación de las ideas y métodos de Al-Qaeda.

Es así como se identifica la necesidad de que surjan líderes legítimos de los "musulmanes moderados" que sirvan de contrapeso al proyecto nihilista y asesino de un reducido grupo de fanáticos.

Este proyecto aún está en marcha. Cabe la esperanza que gracias a la Primavera Árabe aparezcan dirigentes más...

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