Ojo Clínico / Adicción a otro tipo de drogas

AutorEnrique Goldbard

Las pobres, superficiales y mal diseñadas campañas encaminadas a evitar el consumo de drogas, además de haber demostrado su absoluta ineficacia, soslayan, entre otras cosas, la existencia de un tipo de drogadicción, que por el hecho de no ser "ilegal", aparentemente no vale la pena ser tomada en cuenta: nos referimos a la adicción a los medicamentos, un problema de salud que ha pasado de la esfera individual a la comunitaria y ante la que han cerrado los ojos las autoridades sanitarias y los legisladores del mundo.

En este mundo de singulares intereses, el argumento de la legalización de las drogas prohibidas no se admite por temor a "generalizar su uso", y las iniciativas para el control más estricto de ciertos fármacos no se admiten por temor a restringir su venta.

Se considera que existen tres grupos de medicamentos con propiedades adictivas que pueden emplearse para propósitos no médicos: los analgésicos, los sedantes/tranquilizantes y los estimulantes. Para adquirir la mayoría de ellos se requiere receta médica, aunque eso generalmente no es obstáculo para quienes se han habituado a su consumo.

Es así que analgésicos de la variedad de los opioides, como el Percodan, Darvon, Dilaudid, e incluso el Lomotil (que se emplea como antidiarréico), son medicinas capaces no sólo de inducir a la adicción o a la dependencia física sino también de provocar, en dosis excesivas, estados graves de depresión respiratoria, e incluso desembocar en la muerte.

Los sedantes como el Valium, Librium, Ativan, benzodiazepinas que se prescriben para controlar la ansiedad, la tensión, el estrés e inducir el sueño son potencialmente causantes de dependencia y tolerancia (se requieren cada vez mayores dosis) y pueden provocar depresión respiratoria de consecuencias fatales si se combinan con otras sustancias o con alcohol. Son, asimismo, un recurso preferido para el suicidio.

Los estimulantes como las anfetaminas (Dexedrina) y el metilfenidato (Ritalín), empleadas para controlar enfermedades como la narcolepsia o el déficit de atención y entre cuyos efectos se incluye incremento de la atención y del estado de alerta y supresión del apetito, son capaces de crear dependencia y adicción, hostilidad, sentimientos...

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