Opinión Internacional/ 'Nuestros hijos nos lo agradecerán'

AutorGerhard Schroeder

Los participantes en la Cumbre sobre el Desarrollo Sostenible en Johannesburgo tienen una tremenda responsabilidad: asegurar el futuro de nuestro planeta. Las devastadoras riadas en Europa y las catastróficas inundaciones en China no son sólo pavorosos fenómenos de la naturaleza que han cobrado vidas humanas, arruinado existencias y destruido de golpe la recuperación económica de ciudades enteras. Son también advertencias o, más aún, destellantes señales de alarma de la naturaleza a los seres humanos que habitan este planeta y tienen que velar por que siga siendo habitable.

En lugar de perdernos en sesudas disputas sobre hasta qué punto ha influido el ser humano en estas catástrofes -a través del recalentamiento del clima, la rectificación de cauces fluviales o el sellado de áreas naturales-, deberíamos percatarnos que no tenemos más planeta que éste: nuestra supervivencia, al igual que la de nuestros hijos y nuestros nietos, depende del cuidado con que manejemos los recursos naturales, recursos finitos al cabo; depende del tino que demostremos en la salvaguarda de los sistemas naturales necesarios para la vida y la distribución equitativa de la riqueza y de las expectativas de desarrollo del planeta; depende de la conservación del medio ambiente que todos compartimos, para que el planeta siga siendo viable y habitable.

En resumidas cuentas: nuestra supervivencia depende de cómo conjuguemos el derecho al desarrollo y al bienestar con el deber de erradicar el hambre y conservar el planeta para las generaciones actuales y futuras.

Estas ideas ya inspiraron la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro hace diez años. Con ocasión de la misma, los Estados participantes convinieron ambiciosos objetivos: la perspectiva de un mundo a salvo de guerras y conflictos, a salvo de la pobreza y la destrucción de la naturaleza, parecía más próxima tras el final de la Guerra Fría y de la confrontación entre los bloques.

Diez años después, el objetivo de la Cumbre sobre el Desarrollo Sostenible que se celebra en Johannesburgo va mucho más allá de la mera presentación de balances y de un análisis en común de los avances logrados en el camino convenido e iniciado en aquella cita. No hay duda: estas tareas son necesarias y los objetivos de Río no han perdido un ápice de su perentoriedad.

Pero han surgido también nuevos retos y de los riesgos conocidos se han derivado amenazas agudas. La seguridad individual y colectiva es hoy un preciado bien que se ve amenazado por conflictos regionales, crímenes, terrorismo, epidemias y riesgos ambientales de alcance global. Lo que habíamos conseguido por un lado -por ejemplo la descontaminación del Elba en Europa- ha sido arrasado ahora en pocos días por la fuerza desatada de las aguas.

A los imponentes avances logrados en la protección del medio ambiente en los países industrializados y también en el desarrollo económico de algunos de los llamados "países emergentes" se contraponen reveses descorazonadores: para...

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