PLAZA PÚBLICA / Transformar a las normales, no sepultarlas

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

El lunes 18 de agosto, en la inauguración del curso escolar, la presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo, decretó la muerte del normalismo, el sistema que por más de un siglo fue la base para la formación de profesores en nuestro país (como lo ha sido en muchos otros): "Queremos que las instituciones que hasta ayer eran normales, sean instituciones para técnicos en turismo, técnicos en actividades productivas".

La dirigente habló en pasado de esas escuelas, como si ya hubieran desaparecido. Para fundar su petición, que presentaba como un hecho consumado, ante el presidente de la República y la secretaria de Educación se había referido al desastre que reveló el examen para obtener plazas de maestros de educación elemental: la muy deficiente formación de los aspirantes, dos tercios de los cuales no pasaron la prueba de ingreso al trabajo. La cita respeta la sintaxis de quien hablaba: "Está demostrado que con el examen que se ha realizado en estos días, donde se presentó un sinnúmero de compañeros y compañeras para lograr una plaza docente, nos ha demostrado que nuestro sistema de normales ha sufrido un quiebre".

Sin embargo, antes del examen realizado el 11 de agosto, Gordillo tenía ya en mente la supresión del normalismo. En su gira para firmar con los gobernadores los convenios de la Alianza por la Calidad de la Educación, el viernes 8 había adelantado, en Culiacán: "no es justo que el gobierno federal tenga en operación escuelas normales para generar desempleados". El lunes siguiente insistiría en ese enfoque: "No es posible seguir formando docentes cuando no hay mercado de trabajo. Por eso hemos pedido a la Secretaría de Educación Pública busquemos vocaciones más cercanas al empleo en lugar de las licenciaturas de pedagogía...".

Al día siguiente, la secretaria Josefina Vázquez Mota, con los circunloquios que la caracterizan, aceptó el planteamiento de su antagonista en el terreno educativo, diciendo que era necesario hacer "un gran esfuerzo de pertinencia" para ajustar la formación de maestros y el mercado de trabajo. Habló, sin embargo, no de una medida tajante que de la noche a la mañana eliminara el normalismo, sino de un proceso. Se refirió, como Gordillo, al examen de la semana anterior que, dijo, "ha dejado en evidencia que hay que tomar decisiones de mejora en la formación y en los programas de las normales y que tendremos que ir a esquemas de transición. Son determinaciones muy...

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