Plaza Pública / Infamia laboral hidalguense

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

La Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo tiene 46 años de edad. Exactamente la mitad de ese lapso la sirvió en la cátedra y la investigación el doctor Pablo Vargas González. Despedido por capos universitarios -no puedo llamarlas autoridades porque en ningún sentido lo son-, ahora la justicia laboral ha determinado que el trabajo de este académico, único miembro de la UAEH que pertenece al nivel II del Sistema Nacional de Investigadores, vale poco más de mil pesos por año.

Vargas González se preparó concienzudamente para las tareas universitarias, en su alma máter hidalguense y en otras instituciones, hasta alcanzar el doctorado en ciencias sociales en la Universidad de Guadalajara -a lo que añadió todavía un postdoctorado-. Ha escrito y participado en más de 20 libros y ha publicado más de 60 artículos arbitrados, la mayor parte de ellos sobre la estructura política de Hidalgo y sus procesos electorales. Era coordinador del área de ciencia política del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSH) de la universidad hidalguense, cargo del cual fue destituido sin explicación y, desde luego sin causa legítima, pues cumplía escrupulosamente y aun en exceso sus deberes profesionales. Por ello permaneció como coordinador del cuerpo académico de ciencia política y administración pública del propio instituto hasta el 3 de enero de 2006, cuando se le echó de manera intempestiva y violenta no sólo de su oficina sino de la universidad, que de ese modo lo despidió sin que se hicieran constar las razones.

Y es que no podían expresarse los motivos porque no los hay, desde la perspectiva académica. Y los reales, que surgen de la represión ideológica, pues castigan la militancia política del doctor Vargas en la izquierda, no pueden ser puestos por escrito porque avergonzarían a quienes pretendieran justificar el despido con esos móviles, por mayor inverecundia que prive en la universidad de Hidalgo. Verbalmente, eso sí, se hizo saber a Vargas que no cabía en el proyecto político del director del ICSH, Adolfo Pontigo, y que su presencia no convenía porque era comunista. Lo acusaron también de hacer "proselitismo político", ¡en la universidad hidalguense, enclave priista si los hay, donde se obliga a los estudiantes a acudir a actos de campaña de los candidatos tricolores!

Sorprendido por el artero ataque, pero no perplejo y mucho menos pasmado, Vargas González creyó posible resolver el conflicto iniciado con su despido dentro de los cauces...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR