Plaza Pública / Monreal: lenidad e impunidad

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

En vez de ocho meses, sólo cinco semanas quedó el senador Ricardo Monreal suspendido de su condición de miembro del Partido de la Revolución Democrática. Anteayer la justicia electoral le restituyó sus derechos, que habían sido afectados por dos órganos internos de ese partido semanas atrás. Diversos actos de lenidad en su favor se concretaron para dejar impune su conducta de franco antagonismo no sólo con su sucesora en Zacatecas, Amalia García, sino contra el propio partido.

La sentencia de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no exoneró a Monreal, pues sus miembros no entraron al fondo del asunto. Declararon la improcedencia de la sanción que le fue impuesta porque fue tramitada de modo extemporáneo. El Comité Ejecutivo Nacional del PRD, encabezado por Leonel Cota, hizo, por torpeza o negligencia, o de modo deliberado, un notorio favor al ex gobernador de Zacatecas. Dejó pasar un plazo dentro del procedimiento interno, lo que vició el procedimiento e hizo a la postre nugatoria la suspensión de que se había hecho merecedor Monreal.

El antiguo senador priista, que hoy lo es por el PRD, pretendió convertirse en el factótum de la política zacatecana, en que ha tenido influencia determinante a partir de 1998. En aquel año transitó del partido tricolor al del sol azteca, con los buenos auspicios de la hoy gobernadora García, que con buen tino calculó que Monreal daría al PRD la gubernatura zacatecana. Así ocurrió, y con Monreal su grupo de leales y otros priistas más emigraron al partido del sol azteca, con lo que el gobernador pudo constituir una fuerza política propia dentro del perredismo. Quiso consolidarla favoreciendo la candidatura de Tomás Torres Mercado, su secretario de Gobierno, a la hora de su propio reemplazo, con perjuicio de las aspiraciones de su antigua patrocinadora, la entonces diputada García. No le fue posible consumar ese proyecto y mal de su grado admitió que ella fuera su sucesora. Pero pretendió convertir la elección legislativa y municipal intermedia en el crisol donde se forjara su cacicazgo. Cuando las precandidaturas que favoreció en los procesos internos del PRD no ganaron la postulación, las orientó hacia otros partidos o apoyó las de sus antagonistas formales para hacer perder la de sus presuntos correligionarios. Ése fue el caso notorio del Calderón triunfante en la capital, pues Monreal no regateó ni se recató en apoyar a ese aspirante panista.

En otros municipios y...

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