Raúl Padilla López: 'Mis malquerientes me quieren ver fuera'

AutorJosé David Estrada

FOTOS: ROBERTO ANTILLÓN

GUADALAJARA.- Cuando todavía ocupaba la gubernatura de Jalisco, el panista Emilio González Márquez se paró frente a la casa de Raúl Padilla López y comenzó a tundir el portón a patadas. Era la noche del último martes de septiembre de 2010, en la víspera de la megamarcha anunciada por la Universidad de Guadalajara para exigirle al gobierno estatal más presupuesto.

Padilla y sus principales colaboradores afinaban la estrategia de la movilización en su residencia de la colonia Vallarta Poniente, un enclave de casonas construidas en los años cincuenta y calles oblicuas con nombres de pueblos de Jalisco, atrapado entre las vías del tren y la Glorieta Minerva, símbolo de la capital.

González Márquez pudo entrar a la casa de Padilla, y quienes presenciaron el encuentro esparcieron el rumor de que el panista se sentó en sus piernas y le dijo: "tú a mí me la pelas".

Al insulto, Padilla respondió ofreciéndole un tequila y una charla privada que se prolongó hasta que el secretario de Gobierno, Fernando Guzmán, llegó a recoger a su jefe.

La escena del gobernador no consiguió que la megamarcha se suspendiera, y el miércoles 29 de septiembre de 2010 salieron a la calle miles de estudiantes y profesores de la UdeG. Raúl Padilla se encontraba en la cabecera de la manifestación.

El Licenciado, como se le conoce aquí, es de los pocos personajes que se puede jactar de haber tenido a un gobernador ebrio de impotencia ante su puerta. Tres años después, en la misma casa, rememora así aquella anécdota:

-Vino al principio de malas maneras, porque tocó de manera muy inadecuada la puerta de mi casa, llegó a patadas. Pero luego de manera simpática, él venía muy tomado, vino a pedir más vino y se lo dimos. Yo estaba en una reunión de amigos y es muy conocido que tuvieron que venir a rescatarlo.

Padilla es la mano que desde la sombra ha echado a un rector de una de las universidades más importantes del país. El mecenas que ha convertido una feria de provincia en el mayor evento editorial de América Latina.

Aunque dejó de ser rector general hace casi 19 años, sigue mandando en la UdeG, la segunda universidad pública del país, con un presupuesto superior a los 12 mil millones de pesos y con más de 20 mil empleados, incluyendo al Hospital Civil de Guadalajara, lo que la equipara con el gobierno de Nayarit, que gasta 15 mil millones de pesos anuales y emplea a 11 mil personas.

Padilla y su grupo controlan, desde que fue creada en 1991, la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), que representa a más de 200 mil jóvenes que cursan la preparatoria o estudios profesionales.

En torno al Licenciado se conformó el llamado Grupo Universidad, que también controla al PRD en Jalisco, tiene diputados locales y federales del PRI y del PRD, y mantiene piezas clave en la administración estatal del priista Aristóteles Sandoval Díaz.

Es presidente de 26 entes de la UdeG, entre los que se cuentan la Fundación Universidad de Guadalajara, la Feria Internacional del Libro, el patronato del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, el Comité Técnico del Centro Cultural Universitario, el Sistema Universitario de Radio y Televisión y el Consejo de Administración del Corporativo de Empresas Universitarias.

Las empresas universitarias -entre las que están el Auditorio Telmex, el Teatro Diana, una productora de cine, una red de estacionamientos públicos, dos hoteles y una inmobiliaria- han generado ganancias de alrededor de 300 millones de pesos en los últimos años, mismas que se han destinado a la construcción del Centro Cultural Universitario, proyecto en el que el Licenciado ha estado inmerso durante 10 años y que pretende tener hasta edificios habitacionales, un centro comercial y salas de cine.

Recientemente fue condecorado por el gobierno de Francia como Caballero de la Orden nacional de la Legión de Honor, por su aporte a la cultura con iniciativas como la FIL de Guadalajara.

Pero el Licenciado es, en esencia, un hombre político, el único que ha estado vigente en Jalisco durante el último cuarto de siglo.

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La casa de Raúl Padilla tiene ritmo de oficina. Media docena de personas realiza distintas tareas en el lugar. Una joven asistente que acaba de terminar sus estudios en Nutrición atiende a los visitantes, entre ellos, un constructor que quiere tratar algo relacionado con el Centro Cultural Universitario. Poco más tarde bajan las escaleras un médico y una enfermera que usa una bata del Hospital Civil, institución manejada por la UdeG.

Al ex rector le quitaron a finales de noviembre divertículos en el intestino, fue operado en Houston y por complicaciones fue ingresado nuevamente en un hospital de Guadalajara, lo que motivó especulaciones sobre una enfermedad crónica que lo tenía en etapa terminal. La cirugía se le practicó sólo 10 días antes de la FIL y, cuando reapareció en público, se le veía mucho más delgado de lo habitual.

-Mis malquerientes, como se dice, seguramente me quisieran ver fuera y no pocos, ahora que se supo que estuve enfermo, que sí lo estuve, pues querían un poco apostarle a que estuviera más enfermo -apunta Padilla, quien a sus casi 60 años capotea con cierta resignación su fama pública.

En la cocina se escuchan platos...

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