Pánico Escénico / Matar gays

AutorJosé Ramón Enríquez

Nací en 1945. Ya habían caído las bombas y ya estaba el mundo horrorizado ante la porquería inhumana capaz de provocar los crímenes en los campos de concentración nazi. Una porquería banal como vio con espanto Hannah Arendt en el rostro de Eichmann.

Por su intención de absoluto genocidio, de lo que más se habla es de la "shoa o catástrofe de los judíos, pero hubo genocidio también contra otras minorías. Además de la estrella amarilla, los nazis hacían coser triángulos en los jirones de ropa: verdes para los criminales, rojos para los prisioneros políticos, negros para los antisociales, cafés para los gitanos, púrpuras para los Testigos de Jehová y rosas para los homosexuales.

Se ha hablado muy poco o nada de los republicanos españoles, de los gitanos o de los Testigos de Jehová. Los triángulos rosas, verdes y negros se fundieron en uno: todos fueron considerados criminales por las fuerzas de liberación. Otra brutal banalidad.

Yo tenía más de 50 años cuando me vino a dar una bofetada el documental, realizado el año 2000, de Rob Epstein y Jeffrey Friedman, narrado por Rupert Everett: Párrafo 175. Sabía cosas, desde luego, pero no había visto rostros, ni había oído las voces de las víctimas. Gays como yo, como los asesinados hace unos días en Orlando, como los señalados desde los púlpitos. Dianas de tiro al blanco: es banal deporte matar gays.

Los nazis se propusieron limpiar Alemania y echaron mano del Párrafo 175 del Código Penal Alemán de 1871: cerca de 100 mil homosexuales masculinos fueron arrestados. No incluyeron lesbianas porque la mujer era vista como objeto para la reproducción. Entre 10 y 15 mil fueron enviados a morir a los campos y, cuando filmaron el documental, sólo se sabía de 10 sobrevivientes.

El Párrafo 175 decía que "Un acto sexual...

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