Pata de Perro / En tierra de apóstoles

AutorAlonso Vera

Un viaje por la costa turca del Egeo es traspasar una puerta hacia la eternidad. Es lo que llamaban los griegos antiguos un "nostos", un tornaviaje, un regreso existencial al hogar, a las raíces. Porque vivenciar con los sentidos y la memoria aquella ilustre costa es peregrinar a la infancia de eso que llamamos Occidente. Allí nació la filosofía griega, amamantada por personajes como Tales, Heráclito y los presocráticos. También nació allí el cristianismo entendido como sistema, en manos de teóricos como Pablo de Tarso y Juan Evangelista. Fue ahí en donde aprendí que para salir de las infantiles obsesiones del mercado hay que realizar un viaje por las sensaciones, algo que nadie te puede vender y que no le puedes vender a nadie.

Apolo vecino de Santa Clos

Turquía se ubica en uno de los sitios más importantes del planeta, entre el continente europeo y el asiático, compartiendo fronteras con siete países y lindando con los mares Egeo, Mediterráneo y Negro. A pesar de que tiene apenas 80 años de historia como nación independiente, Turquía ha heredado la riqueza de diversas culturas que han ocupado su territorio desde hace miles de años, como los persas, griegos y romanos, los bizantinos y los otomanos. Pero en el área de la costa del Egeo perdura como en ningún otro lugar la herencia romana y griega. En el mismo pueblo nacieron Apolo y Santa Clos. Ahí también se armó la de Troya inmortalizada por Homero, y se inventaron la medicina moderna y el dinero. Allí están tres de las siete maravillas del mundo antiguo, y también las siete iglesias del Apocalipsis. En aquel tablero jugaron sus piezas los primeros grandes personajes de la historia universal, como Ciro el Persa y Alejandro Magno.

Patria chica

Me despedí de Grecia y tomé un barco de dos horas desde la isla griega de Samos hasta el puerto de Kusadasi en la costa turca del mar Egeo. El trayecto fue memorable, acompañado por delfines y la cálida brisa de verano. Kusadasi resultó ser demasiado turístico para mi gusto, con grandes hoteles, tiendas de souvenirs y restaurantes caros a orillas del mar. Así que decidí tomar un dolmus -camión colectivo- al pueblo cercano de Seljuk. En el camino observé a lo lejos, entre colinas boscosas, la mítica ciudad de Efes, o Éfeso, en las faldas de una gran colina. Fue uno de los centros comerciales más ricos del mundo antiguo, habitado por los persas, griegos y romanos, con quienes vivió su cumbre. Sus inicios datan del siglo 4 a.C. y entre sus calles...

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