Paz Fernández Cueto/ Y sin embargo... existió

AutorPaz Fernández Cueto

Pocos libros he leído con mayor avidez. Hace más de dos años cayó en mis manos, por una de esas casualidades afortunadas, unida al tiempo del que dispuse para devorarlo en pocos días. El Encuentro de la Virgen de Guadalupe con Juan Diego de editorial Porrúa, escrito por una Comisión especialmente integrada en 1998 para realizar un estudio histórico serio y científico que analizara la historicidad de Juan Diego, está al alcance de cualquier lector. No es mi intención en este espacio reducido, resumir 500 páginas que analizan con rigor crítico documentos de procedencia indígena o española, escritos, códices y testimonios de tradición oral, que llegan a afirmar de manera convergente el hecho Guadalupano, íntimamente relacionado con la existencia de Juan Diego.

Agradezco a sus autores esta lectura apasionante que me hizo comprender desde una perspectiva nunca antes contemplada, el porqué de tantas dudas, polémicas y contradicciones, en torno al indio Juan Diego, desde aquel encuentro inicial, estudio muy útil para ubicar en su justa dimensión la polémica actual por cierto curiosamente suscitada -como en sus inicios- por algunos eclesiásticos, nunca por seglares. Fueron precisamente los seglares, cristianos comunes y corrientes, sin distinción entre indios y españoles, quienes empezaron a promover espontáneamente la devoción Guadalupana y después de la muerte de Juan Diego -por cierto testimoniada por una acta de defunción fechada en 1548- fueron dando veneración al indio que dedicó los últimos años de su vida al retiro y a la oración en aquella primera ermita que había sido edificada para honrar a la Señora. Paralelamente fue aumentando entre el pueblo la devoción a la Virgen de Guadalupe y la fama de santidad del indio Juan Diego, más allá de algunas disputas que surgieron en el ámbito religioso y eclesial, sin que esto afectara en lo más mínimo el crecimiento del fervor popular, como tampoco lo afecta ahora.

Para entender por qué Fr. Juan de Zumárraga, así como algunos personajes eclesiásticos y religiosos del siglo XVI, no hace referencia explícita sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe, lo que se conoce como el "silencio guadalupano", hace falta ubicar el acontecimiento en la realidad de su contexto histórico. Estamos a 10 años de la conquista; el problema se plantea a los inicios de la civilización del Nuevo Mundo cuando algunos, de acuerdo con la mentalidad propia de la época, pretendían una asimilación total de esos pueblos con...

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