PIEDRA DE TOQUE / No más FARC

AutorMario Vargas Llosa

Óscar Morales Guevara, ingeniero colombiano de 33 años, apolítico y residente en Barranquilla, irritado con la iniciativa del Presidente venezolano Hugo Chávez de pedir a la Unión Europea que retirara a las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) de su lista de organizaciones terroristas y las promoviera a la dignidad de guerrillas combatientes, quiso dejar sentada su protesta y se instaló ante su ordenador.

Como miembro de Facebook, la más extendida red social de internet, propuso crear, dentro de este espacio, la comunidad virtual "Un millón de voces contra las FARC".

Para ello diseñó un eslogan -"No más secuestros, no más muertes, no más mentiras, no más FARC"- y un pequeño texto dirigido "a los colombianos y amigos del mundo" explicando la naturaleza criminal de esa organización que por más de 40 años ha traído pobreza y miseria a Colombia con sus secuestros, negocios con el narcotráfico, asesinatos y atentados ciegos contra la población civil.

A las pocas horas varios centenares de personas se habían afiliado a su proyecto y en pocos días los adscritos eran millares.

Las incorporaciones a la comunidad recién creada llegaron a alcanzar el ritmo de 2 mil por hora. Uno de estos entusiastas, Carlos Andrés Santiago, un joven de 22 años de Bucaramanga, sugirió entonces la idea de la Marcha por la Paz del lunes 4 de febrero.

Lo ocurrido ese día en casi todas las ciudades de Colombia y en muchas decenas de ciudades del resto del mundo, incluso en lugares tan sorprendentes como Bagdad, una aldea del Sahara, Moscú y la capital de Ucrania, quedará como un hito para la historia moderna.

No hay precedentes para esta extraordinaria movilización de millones de personas, en cinco continentes, en contra del terror y el embauque políticos encarnados por las FARC.

Y menos, que ella tuviera lugar a partir de un llamamiento de ciudadanos independientes, sin militancia política ni apoyo institucional alguno, guiados sólo por un instinto justiciero y una voluntad pacifista, que consiguió tocar un nervio y sacar de sus casas a gentes de diferentes credos, lenguas, culturas, convicciones, que, protestando contra las FARC, protestaban también contra la miríada de frentes, partidos, iglesias, que, en sus propios países, se arrogan el derecho de asesinar, torturar y cometer las peores violaciones contra los derechos humanos usando como coartada la lucha por la justicia social.

Lo más emocionante de esas marchas fue que casi todas ellas estaban...

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