PIEDRA DE TOQUE / Retrato de familia

AutorMario Vargas Llosa

Y aunque la volví a ver después, en Chile, ya hecha una joven, y luego toda una señora, la imagen que de ella prevalece en mi memoria es la de aquella criatura vivaracha y traviesa que revoloteaba sin tregua por la soberbia casa de piedra de las alturas de Teruel que los Donoso habían decorado con todas sus soberbias excentricidades y neurosis.

Ahora, la Pilarcita ha publicado un libro tan extraño y hermoso como su título, Correr el tupido velo. En él, sus padres y ella vuelcan su intimidad a través de diarios privados, cartas, testimonios y recuerdos que introducen al lector en todos los pliegues y repliegues de la vida de una familia, con inusitada sinceridad y, al mismo tiempo, con tanta elegancia que todo lo que hay en sus páginas de sufrimiento y desgarro queda como atenuado y embellecido.

Por otra parte, además de una biografía de sus padres y de ella misma, la autora ofrece en este libro un documento excepcional sobre el proceso creativo del escritor que fue José Donoso, las fuentes y modelos que le sirvieron para gestar sus historias, sus métodos y manías, los entusiasmos y las depresiones por las que pasaba, su tenacidad y disciplina y los arrebatos, paranoias, histerias, ingenuidades, miedos y, a veces, ilusiones de chiquilín con que, además de la imaginación y la memoria, amasaba sus cuentos y novelas.

No debió ser nada fácil vivir junto a una persona para la que su trabajo literario era lo único que importaba, un objetivo a lo que todo lo demás, empezando por la mujer y la hija, debía subordinarse y, si era preciso, ser sacrificado.

No es de extrañar que María del Pilar padeciera depresiones y en ciertas etapas de su vida se refugiara en el alcohol y que la propia Pilarcita sintiera una desesperanza y soledad que bañan algunas páginas de su libro de profunda tristeza. Y, sin embargo, no hay la menor duda, José Donoso amaba a su mujer, adoraba a su hija, y no hubiera podido vivir ni escribir sin la fantástica complicidad que llegó a tener con ambas, de las que, a la vez que las sometía a todos los caprichos de su egolatría, dependía en cuerpo y alma y a las que, de tanto en tanto, también abrumaba de regalos y delicadezas.

Lo mejor de Correr el tupido velo es la sabiduría de su construcción. José y María del Pilar Donoso llevaron a lo largo de muchos años, cada uno por su cuenta, unos diarios -que cada cónyuge guardaba en el mayor secreto- en los que registraban su vida diaria y opinaban con franqueza total (y a ratos aterradora)...

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