Plaza Pública/ Campañas

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Luego de concedido el 18 de enero el registro a los seis candidatos presidenciales, el miércoles 19, anteayer, se iniciaron formalmente las campañas correspondientes, que deberán concluir el miércoles 28 de junio. En ese lapso, poco más de cinco meses, dos coaliciones (que agrupan en total a siete partidos) y cuatro partidos que actúan a solas, desplegarán sus recursos de todo género, acompasarán su esfuerzo con los procesos de elección legislativa y los comicios locales en 10 estados y buscarán persuadir a una población que probablemente esté ahora mismo, y con mayor razón el 2 de julio, estragada por la abundante y trivial temporada de propaganda electoral.

Y es que, como todo el mundo ha podido advertir, las campañas presidenciales no arrancaron hace 48 horas como dijo el IFE a tono con la legislación vigente. La ley quedó hace un año rebasada por la realidad. El proceso preelectoral se desarrolló a lo largo de muchos meses, más de dos años si se atiende a algunos indicadores. El 7 de julio de 1997, el gobernador de Guanajuato Vicente Fox se declaró explícitamente precandidato presidencial y en enero siguiente echó a andar por todo el país en pos de su postulación. En aquella misma fecha, al ser elegido jefe de Gobierno del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas se convirtió automáticamente en precandidato presidencial de su partido, y no pudo abstenerse de actuar en su dual condición de aspirante y de cabeza de la administración capitalina a partir del 5 de diciembre en que asumió el gobierno de la Ciudad de México. Un mes después de esa fecha, la designación de Francisco Labastida como secretario de Gobernación completó el cuadro de las candidaturas: con la bolsa federal destinada a seguridad pública realizó una precampaña prolongada luego de que en mayo del año pasado renunció a ese cargo, y adquirió carácter formal en los intensos meses de agosto al comienzo de noviembre de 1999.

Durante todo ese lapso, los partidos y sus precandidatos y candidatos escaparon a la regulación específica de las campañas, aunque estaban realizándolas. Cierto que tienen que rendir cuentas del dinero que reciben, dentro de sus informes anuales. Pero quedó patente la amplia laguna jurídica en torno al tiempo previo a la temporada que comenzó formalmente anteayer. Es obvio que la inconclusa reforma electoral deberá considerar esa innovación de hecho en la vida pública mexicana para ocuparse de regularla.

Las campañas iniciadas formalmente ahora tendrán un...

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