Plaza Pública / Las batallas de Atenco

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

El miércoles 3 y el jueves 4 de mayo la violencia que deambula por la República se aposentó en los municipios vecinos de Texcoco y Atenco. Un muchacho de 14 años que cumplía una diligencia doméstica (hacía un mandado, decimos) murió de un balazo procedente de no se sabe qué arma accionada por quién sabe quién. Decenas de pobladores y agentes policiacos están heridos, algunos de ellos de gravedad, pues fueron golpeados con saña. Cientos de personas están detenidas: la mitad de ellas fueron capturadas en una inmisericorde redada policiaca que supuso el ingreso ilegal a domicilios.

Las autoridades están satisfechas. Buena parte de la opinión pública también, pues se le ha explicado que se puso fin al abuso y la arbitrariedad practicados por el frente de pueblos unidos en defensa de la tierra, cuyo principal dirigente, Ignacio del Valle, está preso en el penal de alta seguridad de La Palma, originalmente destinado a reos de alta peligrosidad ya sentenciados y a donde, en los hechos, se recluye a quien lo decide la discrecionalidad gubernamental (que no es lo mismo que discreción, forma elegante de la prudencia).

Ese capítulo quedó cerrado, dicen los gobiernos estatal y federal, cuyas policías padecieron y cometieron agresiones. Es una declaración si no ilusa e irresponsable, por lo menos apresurada. Los cabos sueltos de la situación pueden enredar a esos gobiernos y complicar la situación. Es claro que de entre los centenares de presos abundan, quizá son mayoría, quienes nada tuvieron que ver con la retención de agentes policiacos ocurrida el miércoles y que fueron liberados al día siguiente. Su detención claramente injusta, y aun la de aquellos a los que se pudiera imputar delitos (como lesiones y obstrucción de la carretera federal), no será admitida calladamente por sus familiares y sus compañeros, a quienes apoyan las agrupaciones radicales de esa comarca y de la Ciudad de México participantes en La otra campaña, iniciativa zapatista encabezada por el Delegado Zero, el subcomandante Marcos, que con los acontecimientos de la primera semana de mayo recibió un inesperado impulso y permanecerá en la capital hasta fecha indeterminada, en vez de continuar su itinerario por todo el país.

La violencia se inició por un incidente municipal. Como parte de un proceso de reubicación del comercio callejero en Texcoco -que implicó ya a más de mil 200 vendedores ambulantes o semifijos- se dispuso el desplazamiento de 48 vendedores de flores que durante...

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