Plaza Pública / A la derecha

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

En sentido contrario al movimiento reciente de varias sociedades en Europa y América Latina, una porción relevante del México político se movió a la derecha en distintos momentos de sólo una semana. El PRI eliminó de su programa de acción obstáculos a la inversión privada en la energía (aunque sólo los ilusos supusieron que ese desplazamiento significaba colaboración pronta en la privatización de los hidrocarburos y la electricidad). El PAN escogió un comité nacional dominado por la derecha dentro de la derecha. Y se puso la Sociedad en movimiento, es decir, una iniciativa de ese nombre arrancó para dialogar "con los políticos interesados en ganar el voto de los mexicanos", y entre las agrupaciones convocantes predominan las de talante conservador y más de una claramente vinculada a Acción Nacional.

Para todo efecto práctico, el PRI ha sido desde hace mucho tiempo un partido de derecha. Lo es por su conservadurismo político y social y porque las políticas públicas de gobiernos priistas, desde hace más de 20 años, obedecen a la lógica del mercado, al aliento a la inversión y la ganancia privada sobre los intereses generales de la sociedad. Pero su idiosincrasia lo lleva a simular lo contrario de lo que es, o algo distinto al menos. En el tramo final de su 19a. asamblea nacional adoptó una identidad socialdemócrata, en la etapa en que esa fe se aleja del centro. Al modo de la más reciente evolución de la socialdemocracia, el PRI se puso en libertad de abjurar de su credo estatista en el campo de los energéticos.

En un partido pragmático, para el que la declaración de principios puede ser sólo máscara, no importa lo que digan o dejen de decir sus documentos básicos, sino su práctica. El nacionalismo revolucionario y el estatismo que constituían formalmente la doctrina priista fueron sustituidos por el neoliberalismo sin mayor preocupación, a veces con los afeites de una doctrina mal llamada de liberalismo social. A tono con esa inclinación, el presidente Carlos Salinas eludió la rigidez constitucional e hizo aprobar a senadores y diputados priistas una ley de suministro eléctrico que creó el mercado privado de ese fluido, que genera y distribuye ya un tercio del total de esa energía consumida en México. El escollo constitucional no estorbó, por lo que nadie en su sano juicio puede escandalizarse, dentro de ese partido, de que se elimine de su declaración de principios la inútil referencia a la competencia exclusiva del Estado en materia energética.

La modificación documental no quiere decir nada por sí misma. Puede significar mucho y puede significar todo lo contrario. Cuando más, el debate en la madrugada del viernes 4 de marzo privó a senadores como Manuel Bartlett del escudo con que protegen una posición...

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