PLAZA PÚBLICA / Tijuanización

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Es imposible seguir puntualmente la cuenta de las ejecuciones en Tijuana. En nueve días fueron asesinadas 59 personas. El ritmo de la violencia es vertiginoso: entre el lunes 29 y el jueves 2, las víctimas sumaban 31, a las que se agregaron 10 más el viernes, y otras 12 en las primeras horas del sábado. El número pudo haber crecido entre ese momento y éste en que los lectores tienen el diario en sus manos.

Las bandas surgidas de la neutralización de los hermanos Arellano Félix se están matando entre sí. No serán pocos quienes lo digan satisfechos, como si el exterminio entre narcodelincuentes fuera una labor de profilaxis social, una suerte de limpieza étnica en que las víctimas no pertenecen a orígenes culturales diversos y aun encontrados sino a pandillas que rivalizan por el dinero que a carretadas deja su ruin comercio. Pero lejos de causar bien a la sociedad, las ejecuciones cruzadas, las agresiones y las venganzas le generan daño creciente porque la libertad con que los matarifes circulan por esa ciudad desplazan del control de las calles a las autoridades. Si no hay freno a ese dominio pronto el verdadero gobierno en Tijuana y acaso en Baja California toda (pues en Tecate y Playas de Rosarito la violencia crece también) lo ejercerán a balazos los matones.

Como ocurrió con la ofensa lanzada por la trivialización periodística a Colombia, cuando el nombre de ese país se convirtió en verbo y en sustantivo que indicaban pudrición, Tijuana empieza a significar incapacidad gubernamental para garantizar la seguridad pública: en un encuentro entre legisladores guatemaltecos y el gabinete del presidente Álvaro Colom, "el gobierno nos explicó que si no se frena la delincuencia, el país corre el riesgo de convertirse en una nueva Tijuana", informó la diputada Nineth Montenegro, lo cual se lee en una nota titulada "Alertan sobre tijuanización de Guatemala" (El Universal, 3 de octubre).

La contienda armada que sin obstáculo alguno libran en esa ciudad las bandas del narcotráfico es ejemplo claro de la futilidad de los esfuerzos gubernamentales, cuando se emprenden, destinados sólo a descabezar a los cárteles. Los hermanos Arellano Félix ya no ejercen directamente el mando en la mafia tijuanense (por muerte o por captura de algunos de ellos) pero eso no implicó disminución en la presencia de su grupo. Cuando los varones quedaron inhabilitados para seguir al frente de las operaciones (las mercantiles y las violentas), Enedina Arellano Félix imprimió...

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