Vocación por los pobres

AutorCarole Simonnet

TENOSIQUE.- Fray Tomás viste jeans, playera y gorra cuando no está dando aventones a migrantes o cuidándolos en las vías del tren. Sólo dos detalles revelan su condición de religioso: sus alpargatas de cuero ideales para el calor sofocante de la región y un anillo negro de cocoyol que el brasileño Leonardo Boff, uno de los líderes más destacados de la Teología de la Liberación, hizo popular en el mundo como adhesión a la causa de los pobres y de la justicia.

La formación religiosa y filosófica de Fray Tomás se nutre de este movimiento latinoamericano que surgió a finales de los años sesenta en el seno de la Iglesia Católica, y que hoy en día sigue cuestionado por la institución debido a su influencia marxista. Él considera que el quehacer de la Iglesia debe orientarse primordialmente a combatir la injusta pobreza y la explotación económica de millones de personas en el continente.

Nacido en 1973 en la Ciudad de México, Tomás González tuvo una vida de adolescente común en el seno de una familia católica radicada en la delegación Iztacalco. Practicaba deportes, iba al cine y salía con amigos.

Su madre, ama de casa, y su padre, jubilado de talleres de imprenta, viven ahora entre el Distrito Federal y Estados Unidos y, por razones de seguridad, no han ido nunca a Tenosique.

El fraile es reservado cuando se trata de su familia o su vida íntima pero no rehúye pregunta alguna. "No tengo nada que esconder". Habla de mujeres sin ambages. Asegura haber tenido novias antes de ser fraile y sostiene que el celibato debería ser opcional.

"Hay muchos sacerdotes que se salen para tener una pareja, pero para tener una mujer que les lave los trastes o la ropa, o lo voy a decir así, con sus palabras, para tener sexo, que finalmente es una instrumentalización más. No, creo que así como éste es un proyecto de vida, tener una pareja sería otro proyecto, y cada vez estoy más lejos de eso, sinceramente".

Un día de 1988, por curiosidad, entró al Templo de San Francisco, una joya arquitectónica con fachada churrigueresca del siglo XVII que se conserva aún en la avenida Francisco I. Madero del Centro Histórico. Un fraile franciscano le regaló un cuento sobre la vida de pobreza y renuncia de Francisco de Asís, que su madre guarda como una reliquia. Asistió a retiros que le parecían sumamente aburridos. Pero ante la insistencia de los religiosos interrumpió sus estudios en la Vocacional I del Instituto Politécnico Nacional para...

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