Entre las posadas y el árbol

AutorAlejandro Rosas

"En México se celebra en cada hogar la Nochebuena -escribió Juan de Dios Peza- como la fiesta íntima en que se congregan los corazones que se aman. La familia se reúne para pasar la velada y mientras los niños gozan, sin pensar en los días que vendrán, los abuelos y los padres sufren imaginándose si en la otra Navidad ya dormirán en el sepulcro".

Aunque la depresión propia de la temporada decembrina hacía mella en el ánimo del célebre escritor, lo cierto es que para la sociedad capitalina de finales del siglo 19 y principios del 20, la Navidad llegaba en un ambiente de absoluta paz y era pregonada por las campanas del progreso porfiriano.

Lejos quedaban los escalofriantes acontecimientos que, en otros años, había padecido el País durante la temporada invernal, haciendo de la Nochebuena y de la Navidad fechas de infausta memoria.

Los muy viejos aún recordaban el fusilamiento de José María Morelos y Pavón, el 22 de diciembre de 1815; o el levantamiento de Santa Anna, que dio al traste con el efímero imperio de Iturbide, organizado en los primeros días de diciembre de 1822, y que definitivamente le amargó la Navidad a don Agustín.

Al parecer, la época de las posadas era idónea para organizar un golpe de estado, comenzar una revolución o bien alcanzar el poder. Así lo pensaron los conservadores que el 17 de diciembre de 1857 se aprovecharon del dubitativo Presidente Ignacio Comonfort y, a través del Plan de Tacubaya, desconocieron la Constitución del 57, empezando así la Guerra de Reforma.

Sin embargo, los liberales les devolvieron el "regalito navideño" el 22 de diciembre de 1860, cuando se alzaron con el triunfo definitivo y el Presidente Benito Juárez regresó victorioso a la Ciudad de México.

Pero en el México porfirista todos esos acontecimientos ya formaban parte de los libros de historia. La gente disfrutaba de las fiestas decembrinas, sobre todo a partir de la colocación del alumbrado eléctrico que, a finales del siglo 19, ya era una realidad en la mayoría de las capitales y ciudades del país. Los focos de colores, la iluminación del Zócalo, las posadas, los nacimientos expuestos en los viejos templos, los villancicos y las pastorelas hicieron la alegría de propios y extraños.

De las posadas

La época navideña comenzaba con las tradicionales posadas que tuvieron su origen en el México del siglo 16, cuando los monjes agustinos, aprovechando las fiestas que hacían los aztecas con motivo del nacimiento de Huitzilopochtli, organizaron una...

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