Prisioneros sin sentencia

AutorJésica Zermeño

Víctor Alfonso López Corona tiene 23 años y se dedica a vender discos compactos de música en la calle. Su hermano, Jhovany Edén Romero López, tiene 21, y es hojalatero. Ambos terminaron sólo la primaria y vivían hasta hace dos meses en una casa de la colonia Ejidos de San Cristóbal, en Ecatepec. Hoy duermen en una celda del Penal de Barrientos, en Tlalnepantla, junto con otros 27 presos.

Su tragedia comenzó a principios de este año. El 21 de enero, alrededor de las diez de la mañana, Víctor salió de su casa acompañado de un primo para hacer unas compras. Apenas habían dado unos pasos cuando seis policías ministeriales del Estado de México los detuvieron con pistola en mano y los subieron a un auto con lujo de violencia. "Ya te chingaste. Te vamos a matar por culero", le gritaron. Horas después soltaron a su primo, pero detuvieron a Jhovany, en la esquina de su casa.

Entre golpes, sin mostrarles un solo papel que acreditara su actuar, los ministeriales les dijeron la acusación: el secuestro y homicidio de su primo hermano, Jonathan Torres López, de 20 años, quien vivía en Atizapán.

Ambos jóvenes aseguran que fueron golpeados en el auto, luego en una camioneta que los obligaron a abordar y donde ya había otro detenido al que nunca habían visto y del que supieron su nombre después, Jorge Joaquín Mauleón Martínez. Denuncian que fueron trasladados primero a un inmueble desconocido y después a las instalaciones de la Procuraduría estatal en Manzana de Roma, en Tlalnepantla. Que les echaron agua en la cara mientras tenían un trapo en la cabeza y les pusieron una bolsa de plástico, para hacerlos sentir que se ahogaban, y les dieron descargas eléctricas en la lengua y los genitales para que confesaran su crimen.

La "calentadita para que se acordaran" de lo que habían hecho -como los policías les decían continuamente- duró casi dos días, y tuvo su efecto. Los tres detenidos declararon conocerse y haber ayudado al secuestro de Jonathan. Están acusados de ese delito con el agravante de haber causado la muerte a su primo, a pesar de que no se ha encontrado el cuerpo, y de cohecho, pues los ministeriales aseguran que les ofrecieron 25 mil pesos para que no los entregaran al Ministerio Público. Así consta en el expediente marcado con la causa penal 18/2011 del Juez Séptimo Penal de Primera Instancia de Tlalnepantla, del que Enfoque tiene copia.

En el expediente, los agentes aseguran que "invitaron" a los inculpados a acompañarlos, que les explicaron de qué se les acusaba y que los interrogaron sentados en un sillón.

Tres días después de su detención, el 24 de enero, el procurador de Justicia del Estado de México, Alfredo Castillo, los presentó ante los medios de comunicación como una banda de secuestradores que operaban en la entidad, y que habían pedido 4 millones de pesos por el rescate de Jonathan.

Los hermanos aseguran que son inocentes, y denuncian que su primera declaración fue totalmente inventada por los policías. Que incluso hicieron retratos hablados de cómplices que no existen presionados por los ministeriales. En su declaración preparatoria, la que realizaron en el juzgado antes de entrar al penal el 25 de enero, ya fuera del alcance de los puños de los ministeriales, Víctor y Jhovany negaron todos los cargos, se declararon inocentes y aseguraron que su primera declaración fue resultado de la tortura.

Para su defensa les fue asignado un defensor de oficio, pues no cuentan con los recursos para contratar a un abogado. Sin embargo, éste tiene poco material para defenderlos, pues en el expediente no existe la copia del certificado de las lesiones que Víctor y...

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