Entrevista / El Privilegio de Mandar: El chiste político del 'rating'

AutorSilvia Isabel Gámez

Le dan la razón a sus críticos. Los guionistas de El privilegio de mandar, el programa que encabeza la barra cómica del Canal 2 de Televisa, asumen la banalidad de su contenido en aras de un único interés: el rating.

Para mantener el promedio de 24.5 puntos que alcanza cada emisión -menos de 3 puntos por debajo del líder de audiencia, las telenovelas-, según su productor general Reynaldo López, tuvieron que renunciar al fugaz intento de hacer una crítica de la clase política que retratan.

Fue a fines de enero cuando un descenso de 2 puntos en el rating les indicó que se estaban comprometiendo menos con la comedia y más con el análisis de la política, así que enderezaron el rumbo y volvieron al chiste fácil, superficial.

"Hemos despertado en algunos sectores una expectativa que no cumplimos porque no es nuestra misión", reconoce Manuel Ajenjo, uno de los guionistas veteranos del programa, junto con César González, El Pollo. "Nuestro objetivo es el rating y para mantenerlo necesitamos temas que todo el mundo entienda.

Estoy de acuerdo en que no nos vamos a fondo en la crítica, caemos en lo superficial, pero es el tono del programa".

En términos de rating, ¿no funciona la crítica?

"Funciona parcialmente", dice López. "Pero a nuestro gran público, al que le debemos la preferencia, lo que le interesa es divertirse".

¿Y quién es su público? Según las cifras de la emisión del 14 de marzo, se divide en: 24 por ciento de clase baja, 23 por ciento de clase media baja, 27 por ciento de clase alta y 26 por ciento de clase media alta. Esto significa que son las clases ilustradas las que más sintonizan el programa.

"Es un público enterado, de líderes de opinión, gente participativa".

Cada martes, refiere El Pollo -al día siguiente de la emisión, que se proyecta los lunes a las 22:00 horas-, lo primero que hace no es averiguar si a algún político le ha molestado un chiste, lo que le preocupa es consultar el rating.

"La palmadita de que estuvo bien el programa no nos alaba; lo que importan son los números".

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Aparte de a la mamá de los políticos, dicen, no se les ha impedido parodiar a nadie. Para no caer en la autocensura, los cinco guionistas de El privilegio de mandar, quienes también trabajan juntos en La parodia, procuran ejercer el sentido común.

"Buscamos no hacer una burla que resulte ofensiva para la persona", dice El Pollo, quien ha sido guionista de programas como Alegrías de mediodía, Mala noche no y Chiquilladas.

De cualquier manera, la situación es muy distinta a la de hace 20 años, recuerda, cuando ni siquiera podía aparecer en pantalla un personaje policía.

"Nos tocó la apertura de la televisión y la estamos aprovechando", resume Ajenjo.

-¿Hay intocables?

-"Hay innombrables", bromea El Pollo.

-¿Sectores como la Iglesia y el Ejército son todavía un problema?

-Sí, pero no porque nos lo hayan dicho.

-¿Por qué no los incluyen entonces en el programa?

"Porque no tienen una presencia pública como sucede con los partidos", dice Ajenjo.

¿Se autocensuran?

"El límite empieza en lo privado. No podemos ir más allá del aspecto público de los políticos", interviene Sergio Adrián Sánchez, El Venado, cuya experiencia abarca Al fin de semana y Vida TV.

Les ha llegado el eco de que la clase política los sintoniza e incluso de que alguno de sus miembros ha preguntado cómo le hace para ser parodiado en el programa. Pero entre sus planes, dicen, no figura conocer a los modelos reales porque temen perder objetividad.

Ser observados por los políticos se traduce, según el productor, en un mayor cuidado de los contenidos.

"No podemos malinformar ni mostrar tendencia hacia un candidato u otro", señala López, quien se ha adelantado, como todo el país, al proceso de la sucesión presidencial y habla ya de candidatos en lugar de políticos.

Quienes también le advirtieron de los riesgos del libreto, agrega, fueron los expertos del área de investigación de Televisa.

"Nos dimos cuenta de que podíamos favorecer a un candidato o a otro, hacer que fuera más conocido por el público y generarle mayor simpatía, por eso debemos ser imparciales".

Sólo el productor del programa revisa los libretos, primero los avances y luego la versión final, cuya información corrobora con un equipo de dos personas.

Los cambios, dice, son pocos, sólo algunas ideas que son mejorables. También consulta a un ejecutivo de la empresa, agrega...

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