'Nos quedamos en cero'

AutorMartha Martínez

Fotos Tomás Martínez

VILLA DE REYES.- Cuando en septiembre pasado los ingenieros de Ford llegaron al poblado de Jesús María, en el municipio potosino de Villa de Reyes, para invitar a la comunidad a trabajar en la nueva planta que la empresa construía a unos metros del lugar, Brenda Martínez pesó que había encontrado la forma de evitar que su esposo emigrara a Estados Unidos.

Con un empleo seguro que le permitiría ganar alrededor de 2 mil 500 pesos semanales, 40 por ciento más de lo que ofrecen las fábricas instaladas en los parques industriales del municipio, su esposo, José Guadalupe García, no volvería a plantearse la posibilidad de dejar a su familia para buscar mejores condiciones de vida.

Habitante de Jesús María, una localidad perdida en medio de la sierra potosina en donde el promedio de escolaridad es de 6.6 años, José Guadalupe es uno de los pocos que lograron concluir la Secundaria.

A pesar de ello, terminó la educación básica sabiendo que, al igual que el resto de los pobladores de esta localidad, sus posibilidades de desarrollo se reducirían a dos: emigrar a Estados Unidos, como cada año lo hacen más de 25 mil potosinos, o emplearse como obrero en alguna de las fábricas instaladas en los dos parques industriales del municipio, la mayoría de ellas relacionadas con la industria automotriz.

Jesús María es una de las 148 localidades de Villa de Reyes, un municipio que cobró relevancia en 2008, tras la instalación de General Motors. A partir de ese año, San Luis Potosí registró un boom automotriz, generado por el arribo de empresas relacionadas con la producción de autopartes, todas ellas atraídas por la nueva ensambladora.

De acuerdo con cifras del gobierno estatal, entre 2007 y 2016, el número de empresas automotrices y de autopartes aumentó de 81 a 140. Tan sólo en 2016, la entidad concretó 45 mil millones de pesos de inversión, de los cuales 80 por ciento correspondieron a dicho sector.

No obstante, para los habitantes de las comunidades más empobrecidas de San Luis Potosí estas inversiones no derivaron en mejores condiciones de vida. La sobredemanda de fuentes de trabajo y la amplia oferta de mano de obra barata, que representan una ventaja competitiva para las empresas transnacionales que llegan a México, se tradujeron en empleos mal pagados.

Según cifras del sector, el sueldo promedio por hora de los trabajadores mexicanos del ramo automotriz es de 3.95 dólares; mientras que el de los estadounidenses es de 34 dólares, y el de los canadienses supera los 40 dólares.

De 25 años de edad y con un hijo que apenas comienza a caminar, José Guadalupe se había resistido a abandonar a su familia. Con la Secundaria terminada y sin posibilidades de encontrar otra fuente de subsistencia en este poblado que abandonó el cultivo de sus tierras ante el arribo del sector manufacturero, se empleó como obrero de diferentes fábricas de Villa de Reyes, en donde el salario mínimo era lo único a lo que podría aspirar.

Se convirtió en uno de los 10 mil habitantes de este municipio que son empleados directa e indirectamente por la industria automotriz. Primero, como ayudante general, después como montacarguista y, finalmente, como operador de un camión de carga en una empresa de llantas.

Cansado de ganar mil 500 pesos semanales, de no contar con seguridad social y de tener que caminar todos los días más de una hora para llegar a su empleo -pues ni la empresa ni los gobiernos local y estatal les proveían rutas de transporte-, José Guadalupe comenzó a pensar cada vez más en emigrar a Estados Unidos.

Para Brenda, la noticia de que Ford invertiría mil 600 millones de dólares en una nueva armadora que generaría dos mil 800 empleos directos y 10 mil indirectos, era lo mejor que ella y su esposo había tenido en años: ganaría más de lo que había obtenido por su trabajo en los últimos años, ya no tendría que caminar más de una hora en...

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