Aristóteles... ¿quién?

AutorGonzalo Soto

El 29 de noviembre de 2012, la vida de Aristóteles Núñez Sánchez dio un giro radical.

Aquella tarde despejada, el entonces subsecretario de Ingresos del gobierno del Estado de México llegó a las oficinas provisionales del futuro secretario de Hacienda, Luis Videgaray, en la calle de Montes Urales en la Ciudad de México. Había recibido el llamado en Toluca, donde trabajaba desde 2005, para acudir a una reunión urgente con el hombre más importante para el presidente electo Enrique Peña Nieto y su amigo de años atrás.

Llegó puntual, a las 18:00 horas.

Si algo había aprendido desde el día que lo conoció es que Videgaray es un hombre que se rige religiosamente por el reloj. Ni un minuto antes, ni un minuto después lo recibiría, así había sido cuando le ofreció integrarse al gobierno mexiquense y sabía que ahora, con una mayor responsabilidad en sus hombros, su antiguo jefe valoraba cada segundo del día.

Núñez estaba emocionado, intrigado por la naturaleza del llamado, contento de volver a ver a Videgaray luego de dos años.

Esperó poco en la antesala antes de pasar a la oficina del jefe del equipo que apenas cuatro meses atrás había recuperado para el PRI la Presidencia de la República. Hubo un abrazo.

"El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, ha tomado la decisión de que ocupes el cargo de jefe del SAT en su administración", le dijo Videgaray a un emocionado Núñez, que no lo pensó dos veces y aceptó la oferta de trabajo.

Tras la reunión, regresó de inmediato a Toluca para presentar su renuncia al secretario de finanzas mexiquense, Erasto Martínez, y comenzar el proceso de transición en el SAT.

Aristóteles Núñez regresaba a casa, al lugar en donde en 1991 llegó por primera vez para hacer su servicio social en la entonces Dirección General de Recaudación de la Secretaría de Hacienda y donde tuvo su primer contacto con la materia fiscal.

Aunque para Núñez su regreso al SAT era algo esperado, el resto de la gente había oído poco o nada del nuevo jefe. Incluso aquellos con años en el ámbito tributario batallaron para saber quién era.

"En cuanto lo anunciaron lo primero que hicimos fue googlearlo para saber más sobre él", reconoce Diana Bernal, procuradora de la Defensa del Contribuyente.

Muchos nombres sonaron como el posible sucesor de Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, incluso se habló del regreso de José María Zubiría al cargo.

Nunca estuvo en la mesa el de Aristóteles Núñez Sánchez, el hombre de Oaxaca y Tepito que llegó al SAT.

DEL 'BARRIO BRAVO' AL FISCO

El jefe del SAT citó a RevistaR en el pequeño restaurante París 16, donde no caben más de 25 personas, ubicado dentro de un corredor en Paseo de la Reforma, casi frente al Ángel de la Independencia. A pesar de ser 26 de diciembre muy temprano, el lugar se encontraba lleno.

En una mesa en la esquina del fondo, junto a la ventana que da al pasillo oscuro por el que se entra, Aristóteles Núñez come despacio unos chilaquiles rojos con huevo y frijoles, sus favoritos del lugar, ya se ha terminado su jugo de naranja y cada cierto tiempo bebe un poco de café sin leche y sin azúcar.

Su cargo es importante, pero su imagen es poco conocida entre la población; sabe camuflarse vistiendo con sencillez: zapatos negros, pantalón azul marino, camisa blanca de manga larga con el logotipo del SAT, sin reloj y un abrigo negro.

Núñez habla bajo mientras de fondo se oye música de Prince, Queen y Bryan Adams.

Nació el 21 de agosto de 1969 en Huajuapan de León, Oaxaca, donde su padre trabajaba como contratista en una presa. A los cinco años se fue con sus padres a Ciudad Altamirano, Guerrero, zona de Tierra Caliente, en donde creció junto a sus hermanos.

De su infancia habla poco, recuerda pocas anécdotas dignas de compartir y en cuanto puede da un brinco hasta 1984, cuando dejó Guerrero para irse a vivir con su hermano y cinco primos a un pequeño departamento en el número 7 de la calle Jesús Carranza, en el Barrio Bravo de Tepito.

"Llegué con mi hermano y mis primos a Tepito porque empecé a estudiar en la Voca 5, en la Ciudadela. Vivíamos bien en ese lugar.

"Cuando llegué en el 84 a la Ciudad de México llegué sin saber nada de la ciudad, sin saber mucho de historia, llegué a Voca 5 sin saber qué había pasado ahí en el 68".

Esa ignorancia le costó.

"Para mí, el 2 de octubre era un día completamente laborable, pero para el resto de...

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