Quiero ser gendarme

'Puedo aportar mi honestidad'

Elizabeth, 30 años.

Mesera y estudiante de Criminalística.

Elizabeth podría permanecer en su empleo como mesera en un hotel de cinco estrellas o terminar su carrera de criminalística que estudia los fines de semana para ejercer como perito o agente de Ministerio Público; pero no, prefiere enrolarse en las filas de la Gendarmería Nacional.

Su razón no es económica, en el restaurante del hotel donde trabaja, con las propinas que recibe, alcanza y en ocasiones supera los 12 mil 784 pesos que ofrece la corporación como beca mensual; lo de ella es la necesidad de probarse en la institución que llamó su atención desde que fue reestructurada en 2009. Es un reto profesional.

"Pienso que puedo aportar algo, principalmente mi honestidad", explica.

Apenas se registró en el portal de la Policía Federal, acudió con un especialista para que le borrara con un bisturí el hada que llevaba tatuada en la parte alta de su espalda. La cicatrización ya alcanzó el 80 por ciento.

La joven pidió permiso para faltar al trabajo que tiene desde hace 10 años y asistir a las instalaciones policiales.

Elizabeth es una mujer divorciada de 30 años de edad. Tiene dos hijos, de tres y seis años, a quienes deja al cuidado de su abuela todos los días de cuatro de la mañana a cuatro de la tarde, cuando sale a trabajar.

Nació en el Distrito Federal, pero lleva 22 años viviendo en Ixtapaluca, Estado de México.

Tiene familiares en Huetamo, en su natal Michoacán, que le relatan sobre la tensión que se vive en la zona: el toque de queda, los retenes militares, la existencia de grupos de narcotraficantes que todos reconocen pero nadie denuncia. "Allá está lo bueno", dice en un fallido intento de broma que apenas le roba una fugaz sonrisa.

Sabe que terminar con la violencia no será algo mágico, pero confía en que ayudará mucho si los nuevos gendarmes se comprometen a servir al país. "Esto no es milagroso", admite.

Lo único que la podría detener para no viajar si la aceptan en la Gendarmería son sus hijos, y paradójicamente es lo que la motiva a integrarse: "Tengo dos hijos pequeños, me gustaría que vivieran en un país diferente".

'Siempre quise ser policía'

César, 22 años.

Auxiliar de topógrafo y licenciado en Ciencias Penales.

Desde que César cursaba el bachillerato en su natal Puebla, soñaba con pertenecer a la Policía Federal. "Los veía como algo que yo quería ser", afirma. Pero como no contaba con una carrera profesional, ni la mayoría de edad, sus...

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