Rafael Fernández de Castro / Ni con melón ni con sandía

AutorRafael Fernández de Castro

Por un lado, en el Sur, encabezados por Brasil, doce países acaban de constituir la Comunidad Sudamericana de Naciones. Por otro lado, en el Norte, Canadá recientemente anunció un nuevo esquema de cooperación con su vecino del sur, los Estados Unidos, la "Sociedad Estratégica de América del Norte", la cual no incluye a México.

Brasil, el gran obstáculo para el ALCA está detrás de la nueva comunidad sudamericana. Esta iniciativa surgió desde 1994 durante el gobierno de Itamar Franco y fue reimpulsada por el presidente Fernando Henrique Cardoso en el 2000. Y ha sido el presidente Lula da Silva quien la concretó. La nueva asociación tiene tres pilares: coordinación diplomática, integración económica-comercial y sustentabilidad regional. Alejandro Toledo, el presidente de Perú, donde se realizo el lanzamiento de la comunidad, afirmó que ésta forma "un país de 361 millones de personas".

Por lo pronto, la nueva comunidad no es más que una nueva etiqueta, pues no se ha creado ninguna nueva institucionalidad burocrática, como deseaba Brasilia. Incluso, al lanzamiento no acudieron los presidentes de los otros tres países socios de MERCOSUR -Argentina, Uruguay y Paraguay-.

Lo significativo es que Brasil terminará el año mostrando sus credenciales de líder regional y está logrando ser visto a la par de otras potencias medias mundiales, como son China, India y Rusia.

Más preocupante aún para México, fue la reciente visita (y el primer viaje internacional de Bush después de su reelección) a Canadá, donde se anunció una sociedad estratégica bilateral que incluye una renovada coordinación en política exterior y de seguridad; de la cual, México quedó excluido. Es decir, las dos velocidades de integración en América del Norte que en el post 11 de septiembre del 2001 empezaron a pregonar los canadienses, se han convertido ya en una realidad. Es decir, los dos socios ricos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) están avanzando más rápido en su integración, y con México lo harán de una manera más lenta.

Ni con Melón ni con Sandía, es el riesgo que corre México de seguir volando sin rumbo definido en el escenario internacional.

Nuestra viabilidad económica mira hacia el Norte. Pero en los temas multilaterales y en aspectos tan claves como son la migración y el narcotráfico, necesitamos de la concurrencia del Sur para ser efectivos ante Washington.

El próximo año entraremos de lleno a una disputa sobre el rumbo que habrá de tomar el país en...

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