Los reinos de Reyes

AutorDaniel de la Fuente

A 120 años del natalicio de Alfonso Reyes, el Regiomontano Universal, creadores e intelectuales ofrecen, a manera de invitación, un vistazo a la vida y obra del humanista más vasto de la literatura mexicana, cuyo número y alto valor de sus trabajos lo colocan en un lugar preponderante de la lengua: 21 libros de poesía, 88 de crítica, 7 de narrativa, 24 de teoría literaria y así hasta completar 202 volúmenes, publicados todos como títulos independientes.

Enrique Krauze

La vida en el Olimpo

Alfonso Reyes es el más alto representante del humanismo occidental en México.

Autor de decenas de libros (buena parte de ellos editados por el FCE), fundador -junto con Daniel Cosío Villegas- de la Casa de España en México y El Colegio de México; diplomático que honró el nombre de nuestro país en Europa y sembró civilidad, cultura y amistades literarias en Brasil y Argentina.

Cabalgó en casi todos los géneros de la literatura: poeta sutil y a veces torturado; cuentista de fantasías extrañas y sorprendentes; prosista elegantísimo, juguetón, ingenioso (desde su primer libro: "Cuestiones Estéticas"); curioso universal que lo mismo exploraba los arcanos de la filosofía griega que las delicias de la cocina y la bodega. Fue, ante todo, oficiante del que él mismo llamó el "Centauro de los Géneros": el ensayo.

Libresco a la enésima potencia y, sin embargo, ajeno a la pedantería y la vacua erudición; buen discípulo de sus maestros y buen maestro de sus alumnos en la cátedra abierta de su presencia y sus libros, sostuvo correspondencias riquísimas (como la que entabló con Pedro Henríquez Ureña, admirablemente editada por José Luis Martínez hasta 1914) y fue secreto autor de un jugoso Diario, aún inédito; enamorado, infantil, hedonista, cortés, algo vanidoso, quizá nadie lo pintó mejor que Siqueiros en un óleo que se conserva en el El Colegio Nacional: la inmensa, jocosa y pícara sonrisa de un hombre sabio, las manos entrelazadas y la barba blanca coquetamente recortada, plácido y feliz de saberse sentado en el Banquete de la Cultura Occidental.

Abrió rutas de conquista cultural para México en el mundo (se apoderó del Siglo de Oro, Goethe y la cultura griega y latina) pero vivió "con la x en la frente", y por eso hurgó en verso y prosa en las entrañas de su país, mirándolo de lejos, extrañando su cantera de Tezontle, sus pregones y el Sol de Monterrey. Supo concentrar a "México en una nuez", tuvo la más limpia y elegante "Visión de Anáhuac", hizo las paces con su...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR