Remedios 'caseros' para casos extremos

Contra el frío

Una fría mañana de diciembre, cuando mi suegra regresaba de Chiconcuac de comprar ropa invernal para venderla en su puesto, ya de regreso y a la altura de Taxqueña, unos patrulleros la detuvieron por violar el Hoy No Circula y, para colmo, su licencia tenía mucho tiempo vencida.

Ella les explicó que tenía que salir de madrugada precisamente ese día para hacer las compras correspondientes, y que por razones fuera de su alcance no pudo llegar a casa antes de que comenzara el Hoy No Circula de ese día.

También les dijo que no había actualizado su licencia porque su esposo era comandante de policía de dicha delegación (Tlalpan) -lo cual no es cierto- y que si en algún momento la detenían oficiales de tránsito les dijera que su esposo "era pareja".

Los policías, al ver la seguridad con la que mi suegra les hablaba, le dijeron que no la iban a multar, pero que debía darles algo "para el frío".

Ella sólo se limitó a ofrecerles un gorro de Mickey Mouse para niño y una bufanda de 12 pesos.

La sorpresa fue grande cuando los oficiales, después de un rato de silencio, accedieron gustosos y hasta se ofrecieron de escolta por si alguna otra patrulla la "molestaba por las placas".

No cabe duda, en época de frío y hambre, hasta el H. Agrupamiento de Tránsito se conforma con cualquier cosa.

Alejandro

El cristal con que se mira

Hace unos días entró mi secretaria a mi oficina y me dijo que un trío de muchachos estaba en la calle, escondido detrás de una palmera, rayando con una navaja mi coche (modelo 93 pero más o menos cuidado).

Dijo que les había preguntado que qué estaban haciendo y se retiraron. Yo salí a ver qué le habían hecho a mi coche y encontré que le habían marcado la palabra "Toño" en la cajuela.

Al voltear hacia la esquina vi que estaban tres muchachos, cada uno con una mochila en la espalda, parados, como esperando. Le hablé a mi secretaria para que saliera y le pregunté si esos eran los mismos muchachos y me dijo que sí.

Los muchachos, por su vestimenta, se veían más o menos de clase media baja, estudiantes tal vez, y me pregunté por qué razón se ponían a rayar los coches y qué satisfacción encontraban en ello.

Tenía mucha rabia pero no me iba a enfrentar a tres jóvenes, yo rebasando los 50 y además con una pierna lastimada. Sin embargo me atreví a caminar hasta ellos y les dije...

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