Creación y represión

AutorHomero Aridjis

La larga lista de escritores rusos que padecieron la censura, la persecución, el exilio interno, el encarcelamiento, el trabajo forzado en los campos o la muerte a mano de gobiernos tsaristas o bureaucracias soviéticas, o se vieron obligados a emigrar, se extiende de Alexander Pushkin y Fiodor Dostoievsky hasta Nikolay Gumilev, su mujer Anna Akhmatova, Osip Mandelstam (arrestado por primera vez en 1934 por haber escrito el poema El epigrama sobre Stalin, donde llama a Stalin "el montañés del Kremlin" quien "saborea las ejecuciones en su boca como moras/ Y quisiera abrazarlas como si fueran grandes amigos de su tierra"), Pavel Vasiliev, Vladimir Nabokov, Nikolai Zabolotoski, Mikhail Bulgakov, Isaac Babel, Boris Pasternak, Alexander Solzhenitsyn, Alejandro Tvardovsky, Yuli Daniel, Andre Sinyavski, Natalia Gorbanievskaia y Joseph Brodsky, para mencionar sólo algunos. Y aquellos que fueron impulsados a quitarse la vida, como Marina Tsvetaeva, Vladimir Maiakovski y Sergei Yesenin.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos oficiales para suprimir y aplastar la creatividad, para imponer el conformismo cultural y para convertir el talento literario en sirvienta del estado, los escritores rusos defendieron con valor su visión y su percepción de la realidad, a menudo a través de la sátira, la fantasía o la fábula, o manteniendo vivo en el extranjero el mundo espiritual de Rusia. Nuestras vidas y nuestros sueños, nuestra risa y nuestras neurosis, han sido colmados por Eugene Onegin, Raskolnikoff, Dimitri Karamazov, Chichikov, Anna Karenina, Oblomov, Yuri Zhivago, Pnin y Humbert Humbert. Estos personajes extraordinarios a veces nos parecen más vivos y verdaderos que la gente que vemos a diario.

La otra cara de la moneda de la represión es la actitud de reverencia casi mística hacia los escritores disidentes, el estatus mítico que adquirieron en el estado totalitario. Se consideraba al escritor como una autoridad moral, terco e incorruptible. Siempre fiel a sí mismo y a la verdad, el escritor se volvió una especie de santo laico, o al menos un sacerdote, y un mártir, si sufrió tortura o encarcelamiento, o fue asesinado. La circulación de los manuscritos samizdat, una estrategia exitosa para burlar el acoso y las reglas oficiales, perforaron los muros de la censura.

Recordando la larga letanía de escritores rusos, quienes, a pesar de represiones y represalias han defendido la libertad de expresión, el pensamiento independiente y la creación sin ataduras, y...

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