Roberto Madrazo Pintado: El candidato tricolor

AutorJonathan Torres

Fotos: Gunther Sahagún

¿Este tipo tiene amigos?

"Sí, es un buen amigo, pero no es amiguero. Es un ser fraternal, cálido y que se preocupa por los suyos", responde Sergio Martínez Chavarría, vocero del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y su fiel colaborador.

"No, es un traidor y mentiroso. Es un hombre del que no se puede confiar", apunta Manuel Bartlett, senador de la República y de los pocos políticos que lo observaron cuando éste era un mozalbete.

"Es simpático y agradable. Somos amigos en el sentido laxo de la palabra", sostiene Agustín Basave, ex embajador de México en Irlanda y quien lo conociera en sus años de juventud.

"De ninguna manera. Él no conoce el significado de la amistad. Sólo cuenta con aliados estratégicos que lo ayudan a fortalecer su proyecto personal", dice Lorena Beauregard, ex diputada por Tabasco y su antigua vecina.

Así es Roberto Madrazo Pintado, un político cuya vida es, simplemente, una contradicción. A sus 52 años de edad, los modos del jerarca nacional del PRI lo han hecho arrastrar amores y odios. Quienes lo aborrecen, denuncian su capacidad de engaño y falta de seriedad. Y quienes lo adoran, se enorgullecen de sus altos oficios para la seducción y la astucia.

Éste es el retrato íntimo de un personaje complejo que, por el solo hecho de nombrarlo, pone a temblar a medio mundo.

En su papel de político

Tocado por los escándalos, Madrazo pertenece a ese tipo de políticos que no pasan desapercibidos. O se le admira o se le rechaza. Unos no dan ni un peso por su calidad política. Otros, son felices de que su líder haga cosas que ni siquiera ellos habían pensado.

¿Qué hay detrás de Roberto Madrazo?

"Un hombre que suda y respira por la política", dice Sergio Martínez. "No hay sensación en su cuerpo que no transpire política. Es un hombre de aspiraciones, no de obsesiones. Es firme en sus convicciones", complementa.

"Es de esos políticos que, en situaciones de crisis, son eficaces gracias a su persistencia. Su patrón de conducta se rige bajo el pragmatismo extremo, que lo hace desentenderse de cualquier compromiso", advierte Federico Berrueto, miembro del Consejo Político Nacional del PRI.

Así, no es extraño descubrir que una de las características de Madrazo que más acuerdo concita es su incuestionable olfato político. Sí, sabe tirar la moneda al aire en momentos cruciales y se ha jugado su carrera política en varias ocasiones a cara o cruz. Al mismo tiempo, no da golpes de capricho y es hermético, hasta cuando los periodistas no lo bajan de tramposo.

Es como una esponja, señala Lorena Beauregard: "Tiene una alta capacidad de memoria. Hace suyas las ideas ajenas, sin ningún complejo, para luego exponerlas como suyas. Un día me tocó escuchar uno de sus discursos, sin tarjeta ni apoyo, de 59 minutos. Recuerdo que fue una intervención muy bien articulada".

Para sus colaboradores cercanos, es un ejemplo a seguir. Cuando debe tomar una decisión importante, sostiene Sergio Martínez, medita mucho y formula pocas preguntas pero muy precisas. Toma notas con un plumón color sepia. Y le gusta visualizar escenarios, lo que significa que siempre anticipa sus decisiones. A sus interlocutores, siempre los ve a los ojos y pocas veces alza la voz. Es un jefe condescendiente, le gusta escuchar a sus subordinados. Por eso, las reacciones imprevistas que tanto menudean en la vida política de Madrazo, no son casuales, sino que proceden de una aparente reflexión rumiante, como algunos definen su modo de acercarse a los problemas.

"Entiende muy bien los intereses políticos que están en juego. Interpreta muy bien a sus auditorios. Desde el momento en el que pisa un lugar, sabe si su discurso debe ser corto o largo, si debe permanecer estático o en movimiento. Es un maestro para eso", expresa Martínez Chavarría.

Los años maravillosos

Hay en la infancia de Roberto Madrazo Pintado un par de acontecimientos claves que, a la postre, serían definitivos en su carácter: el accidente de aviación donde mueren sus padres y el haber pasado sus primeros años de vida en la residencia oficial del gobierno de Tabasco, la Quinta Grijalva.

Tenía seis años cuando llegó a ocupar una de las recámaras de la Quinta Grijalva. Es el cuarto de los cinco hijos que tuvieron el ex gobernador Carlos Alberto Madrazo y su esposa Graciela Pintado: Carlos nacido en 1940, Sergio en 1942, Javier en 1948, Roberto en 1952 y Raúl en 1954.

Roberto Madrazo nació en la Ciudad de México el 30 de julio de 1952 pero fue registrado en Villahermosa, Tabasco por sus padres. Durante sus primeros años de vida, la familia Madrazo Pintado vivió en la calle San Borja de la colonia Narvarte.

"Carlos Madrazo respetaba mucho el tiempo para compartirlo con su familia. Tuve oportunidad de acompañarlo en varias ocasiones a su casa de San Borja, donde la señora Graciela Pintado nos recibía muy amable y siempre nos invitaba un refresco o un café. Ahí conocí a Carlos, su hijo mayor y a Roberto, de unos tres o cuatro años, nada más veía cómo jugaban", recuerda Alfonso Esparza Luna, colaborador del padre de Madrazo.

A los seis años, la vida en la residencia oficial de Tabasco era lo bastante confortable para un niño que solía tener todo lo necesario a su alcance. A los juegos propios de su edad, se añadía un extenso jardín lo suficientemente exótico como para echar a volar la imaginación.

Pero no todo en la Quinta Grijalva era recreación. Desde niño, Roberto Madrazo tuvo la perspicacia necesaria para observar los vericuetos del poder y sus formas. A los consejos "rectos" y la "férrea disciplina" que su padre acostumbraba imponer en su casa, tal como lo recuerda el precandidato priista a la Presidencia, se agregaban las buenas maneras de otros políticos que solían visitar al gobernador: desde Lázaro Cárdenas, Manuel Ávila Camacho y el entonces presidente Adolfo López Mateos (amigo personal, protector y promotor de su padre), hasta el entonces delegado del PRI en el estado, Carlos Hank González. La salutación respetuosa, la reverencia y el sobrado respeto hacia la primera figura política de Tabasco de entonces, formaban parte cotidiana de sus años de infancia en tierras tabasqueñas.

Por eso, la noticia del accidente aéreo en Monterrey, donde fallecieron sus padres la mañana del 4 de junio de 1969, acabó por desconcertarlo. A sus 16 años, Roberto Madrazo se quedaba huérfano y experimentaba en carne propia un pesar con visos de venganza. "Creo que desde la muerte de sus padres, Roberto Madrazo fue otro. Se volvió un tanto resentido. Lo recuerdo introvertido y, por momentos, rebelde, con un dolor que dibujaba más un ánimo de venganza que de compasión. Sí, desde ese trágico accidente, Roberto ya no fue el mismo", recuerda su ex compañero de preparatoria, Manuel López Gallo.

Lo cierto es que desde aquel accidente, cuya versión oficial nunca convenció del todo, a Roberto Madrazo y su familia les quedó la duda de si se trataba de un accidente o un complot. "Hay muchos hechos que no han quedado claros desde la época de mi padre; Luis Donaldo Colosio, Ruiz Massieu... Hay muchos capítulos abiertos", definió el propio Roberto Madrazo, en agosto de 1999.

Es, en todo caso, "un capítulo abierto" que no entierra. Todo lo contrario. En las oficinas de campaña de la colonia Del Valle, las mismas que ocupara su padre antes de su muerte, una fotografía da cuenta de un joven de 16 años cabizbajo frente a los ataúdes de sus progenitores, hace 35 años.

Un chico ye-ye, también llamado El Moretón

En los salones 101 y 204 del primero y segundo año de preparatoria con especialidad en abogacía del Centro Universitario México (CUM), el joven Roberto comparte estudios y aficiones con compañeros vecinos de su localidad natal, que más tarde se volverían referencia común para los sureños: Jorge Salomón Azar, ex gobernador de Campeche, y Rafael Loret de Mola, analista político e hijo del ex gobernador de Yucatán, son algunos ejemplos.

Pero también en otras aulas, otros compañeros de generación pasan junto con Roberto Madrazo los años que...

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