Roger Bartra / La herida catalana

AutorRoger Bartra

Los nacionalismos radicales, especialmente los de derecha, han lastimado mucho a las sociedades donde han crecido. Su esencialismo, cuando es exacerbado, suele dañar el tejido sociopolítico e irritar a amplias franjas de la población. El nacionalismo con frecuencia estimula emociones agresivas que lastiman a quienes no comparten el credo y ofenden a los nacionalismos vecinos cuando compiten en el mismo escenario político. Los nacionalismos, así, se pueden convertir en una enfermedad. Fue el caso del nacionalismo franquista en España, que dejó al país malherido. La herida catalana, que tiene raíces históricas antiguas, fue ahondada por la dictadura falangista y en los últimos cuatro o cinco años se infectó.

Como además de ser mexicano también soy catalán, hijo de exiliados republicanos que tuvieron que huir de la dictadura franquista, siento la herida en carne propia. Estoy marcado por un sentimiento de doble pertenencia, similar a la idea que se generalizó en Cataluña después de la transición democrática: la de una identidad dual. Esta idea, que también es un sentimiento, cubrió pero no cerró la profunda herida que el franquismo había dejado en Cataluña. Sigo pensando que la doble pertenencia puede ser una actitud que ayude a cerrar la vieja herida.

Pero se interpuso la fatídica sentencia del Tribunal constitucional cuando en 2010 un puñado de jueces rechazó un Estatuto de autonomía que había pasado la prueba de las urnas, había sido aprobado en un referéndum y legitimado tanto en el Parlament catalán como en el Consejo de los Diputados. En ese momento la herida se infectó. El catalanismo se fue volviendo secesionista y el presidente español, Mariano Rajoy, con su terquedad reaccionaria, contribuyó a enervar a los soberanistas. El rancio nacionalismo español, centralista y conservador, estimuló al nacionalismo periférico catalán, también de derecha, pero que goza de un paradójico apoyo de algunos pequeños sectores de una izquierda desorientada y en crisis.

Los partidarios de la secesión, coaligados en Junts pel Sí, probablemente sólo lograrán una mayoría absoluta en el Parlament con la ayuda de la CUP (Candidatura d'Unitat Popular), un pequeño grupo de izquierda asambleísta y populista que apoya la independencia. Pero seguramente, en su conjunto, los partidarios de la secesión no rebasarán el 50 % de los votos en las...

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