Sergio Aguayo Quezada / Gachupinerías

AutorSergio Aguayo Quezada

Hablar de gachupines huele a intolerancia. Lo hago porque más adelante matizo un término que me permite ligar el discurso de Felipe Calderón en España, la voracidad de empresas españolas y el abandono e indefensión de los consumidores mexicanos.

El presidente Calderón fue ovacionado en España porque en sus tres discursos más importantes (Cortes, Majestades y Foro Nueva Economía) incluyó sentidos elogios a los inversionistas españoles. Aseguró que "el tradicional anhelo de diversificación de México está empezando a ser una realidad", que a "partir del año pasado, la Unión Europea se ha convertido en el principal inversionista de nuestro país, gracias al liderazgo español" y que su objetivo es convertir a México en "uno de los mejores lugares para invertir en el mundo".

Las palabras de Calderón se montan sobre la tesis de que la inversión española es positiva. El capital extranjero sí puede ser benéfico para el país, pero también puede comportarse como el gachupín del estereotipo: un español recién llegado que busca el enriquecimiento rápido sin importarle los métodos o las consecuencias para los nativos. El método funciona si la autoridad se lo permite... y México es la tierra de la desigualdad y la impunidad. Por ejemplo, los excesos de BBVA Bancomer son solapados y/o protegidos por un gobierno indiferente a lo que sucede con los usuarios de la banca. Sustento mi afirmación con dos experiencias que he documentado durante el último año pensando en esta columna.

La batalla por un seguro a precio justo. Contraté con Bancomer un crédito hipotecario cargado de condiciones onerosas. Entre ellas está el imponer la compra a ellos mismos del seguro que garantiza el préstamo en caso de desastre. El abuso consiste en que la tarifa de Bancomer es el doble de lo cotizado por otra empresa. Hace un año inicié un esfuerzo por corregir el acto y averiguar, al mismo tiempo, qué tan bien funciona la institución encargada de defender a los usuarios de la banca.

En julio del 2007 solicité verbalmente a Bancomer me liberara del compromiso. Después de llamadas y dilaciones vino la respuesta negativa. Entra en escena la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) que recomendó pedírselo por escrito. Bancomer se hizo el remolón pero finalmente acepta la carta y congela el asunto durante meses pese a las gestiones hechas por teléfono o en persona.

Condusef pedía paciencia hasta que, en marzo de este año...

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