Sistema Nacional de Salud: De diagnóstico grave

AutorGregorio Martínez Narváez

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recientemente elaboró un estudio sobre el sistema de salud de México. Entre los aspectos que destacan del informe está el hecho de que México es uno de los países con menor avance en la situación de salud, expresado de la siguiente manera: “...se ubica por debajo de la mayoría de los países de la OCDE con respecto a una serie de indicadores de condiciones de salud. Las tasas de mortalidad infantil y en niños menores de cinco años de edad son las segundas más altas entre los países de la organización, después de Turquía, mientras que la tasa de mortalidad materna es mayor que en el promedio de los países de la OCDE”.

El informe también consigna lo siguiente: “México muestra una de las distribuciones del ingreso y la riqueza más desiguales del mundo”, “...el decil más bajo de familias representó (recibió) el 1.3 por ciento del total en 2002 mientras que el decil más alto representó el 39.7 por ciento del ingreso. En 2000 entre 13 y 14 por ciento de la población vivía con un dólar diario, el 46 por ciento con dos dólares”. También se advierte por otra parte que el gasto total en salud como porcentaje del PIB es reducido en comparación con los de otros países, se estima en 6.1 frente a 7.6 de España y 9.8 de Canadá. En esto se incluye el gasto de bolsillo que las familias pagan en el momento de la enfermedad. Tomando sólo en cuenta el gasto gubernamental en salud, la participación es aún menor, pues representa sólo 2.8 del PIB.

El informe de la OCDE revela una de las características fundamentales del sistema de salud mexicano: su inequidad, ya que describe la fragmentación del sistema en instituciones que atienden a grupos separados de población. Está conformado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que atiende a los trabajadores de las empresas y proporciona prestaciones de salud entre sus beneficios estatutarios; el ISSSTE que cubre a los trabajadores del Estado, y la Secretaría de Salud (SSA) que protege a los no asegurados.

Esta fragmentación ha dado lugar a desigualdades. La población atendida por la seguridad social recibe beneficios casi ilimitados, así como los trabajadores de Pemex y del gobierno federal y de los gobiernos de los estados, la OCDE estima que en este caso se encuentra el 50 por ciento pero pudiera en realidad ser el 40 por ciento de la población, el resto debe acudir al pago directo “de bolsillo” cuando se enferma, es decir cuando se encuentra en las peores condiciones para generar ingresos. No se dice, pero se aprecia que la inequidad va mas allá del acceso a facilidades de atención, pues toda la población a través de los impuestos y al momento de realizar un consumo, contribuye a financiar a las instituciones de seguridad social. Es decir, todos contribuyen pero sólo una parte recibe los beneficios.

Otro punto de interés es el alto gasto en administración de las instituciones de salud (burocracia) uno de los más altos de la OCDE. No sólo el sistema está fragmentado, sino que las instituciones gastan porcentajes que van del 17 al 23 por ciento en gastos de gestión, la cual es generalmente ineficiente, pues es frecuente el desabasto de medicamentos e insumos en los centros de salud, clínicas y hospitales (OCDE, pág. 134).

Dos datos son relevantes para apreciar el desempeño. En México se proporcionan 2.5 consultas por persona al año contra un promedio de 7.5 de los países de la organización y se dan 0.4 atenciones hospitalarias frente a un promedio de 1.1 (OCDE, cuadro 2.8, pág. 107).

En resumen, el estudio de la OCDE muestra un sistema de salud fragmentado, esencialmente constituido por agregados históricos, inequitativo, ineficiente y con graves problemas de financiamiento. Las medidas de reforma introducidas no han sido completas o han tenido poco impacto.

Lo que omitió la OCDE

Los expertos de la OCDE hacen un recuento de hechos históricos que dieron lugar a la situación actual, pero no profundizan en las circunstancias o causas de la misma.

Desafortunadamente la estructura política y administrativa de la nación impidió el desarrollo de la gestión local; pues no sólo los programas y los recursos de salud se fueron centralizando en la capital del país, sino que cuando en 1985 se llevó a cabo un movimiento de descentralización de los servicios de salud para la población no protegida por la seguridad...

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